Kike Ferrari

Que de lejos parecen moscas

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Un coche negro como un rayo negro y lujoso cruza la General Paz, que divide Buenos Aires en cintura para arriba y cintura para bajo. Dentro del coche, su dueño: el señor Machi. Dueño también de los empleados de sus empresas, de propiedades en barrios selectos y de una interminable colección de corbatas italianas. Lustroso, satisfecho, el señor Machi. Se reconoce como un hombre hecho a sí mismo y hecho a medida, desde que hace más de treinta años comenzara con una pequeña fábrica familiar; mientras adelanta coches que valen lo que una de sus noches de mujeres caras y cocaína de la buena. Un incidente tan trivial como simbólico («Debe hacer veinte, veinticinco años que no pincho una goma, piensa, ¿para esto gasta uno 200 lucas en un auto?»), lo enfrenta con un problema que puede arrebatarle el éxito tan duramente alcanzado. Y tiene que resolverlo solo, porque no sabe quién le ha tendido la trampa. Mientras recorre los suburbios porteños intentando deshacerse del problema, el señor Machi elabora una lista de los posibles culpables. Y son tantos que pierde la cuenta. Porque pudo ser cualquiera de los que ha pisado en estos años para seguir trepando o demostrar su poder. Cualquiera de esas personas a las que ha aplastado sin pensarlo siquiera, porque para el señor Machi resultan tan insignificantes que de lejos parecen moscas.
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117 páginas impresas
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Opiniones

  • martecompartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó
    😄Divertido

Citas

  • martecompartió una citahace 4 años
    No guita, por cierto, los que nacen en cuna de oro casi nunca piensan en dinero.

    La única forma de no pensar en la moneda es tenerla, solía decir Alejandro Wilkinson.
  • martecompartió una citahace 4 años
    El muchacho, Federico o Felipe, no contestó enseguida. Pensó que no, no lo perdonaba y sí, sí le hacía caso. Decidió en ese momento que un día escribiría una novela en la que el señor Machi sería protagonista y en la que le sucederían cosas terribles. Se sirvió un vaso de vino y lo tomó todavía en silencio, sin mirar a nadie.

    No pasa nada, dijo después.
  • martecompartió una citahace 4 años
    Le parece mentira haber temblado cuando la encontró, al verla ahora —por el espejo retrovisor— transformada en un montón de pedacitos que de lejos parecen moscas. Moscas enloquecidas. Que pueden ser un poco molestas, pero que no asustan a nadie
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