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Gabriel García Márquez

La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada

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Este libro excepcional reúne la novela corta que le otorga su título y otros seis relatos más, de los que todos menos uno pertenecen a la etapa de plena madurez del escritor. Fueron los años en los que Macondo le abrió las puertas del realismo mágico: la frase se hace más larga y caudalosa, la realidad se expresa mediante fórmulas mágicas y legendarias, los milagros se insertan en la vida cotidiana.
Este libro no está disponible por el momento.
125 páginas impresas
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Opiniones

  • Daniel Olmedocompartió su opiniónhace 8 años
    👍Me gustó
    🎯Justo en el blanco

    Buena historia, resulta Atrapante.

  • Michelle Durancompartió su opiniónhace 3 años
    👍Me gustó
    🎯Justo en el blanco

  • José Ricardo Ticante Ramírezcompartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó
    🎯Justo en el blanco

Citas

  • Illi Cruz Rdzcompartió una citahace 7 años
    - Esas cosas sólo suceden por amor -dijo la madre-. ¿Quién es?
  • rosiacompartió una citahace 8 años
    estaba bañando a la abuela cuando empezó el viento de su desgracia. La enorme mansión de argamasa lunar, extraviada en la soledad del desierto, se estremeció hasta los estribos con la primera embestida. Pero Eréndira y la abuela estaban hechas a los riesgos de aquella naturaleza desatinada, y apenas si notaron el calibre del viento en el baño adornado de pavorreales repetidos y mosaicos pueriles de termas romanas.
    La abuela, desnuda y grande, parecía una hermosa ballena blanca en la alberca de mármol. La nieta había cumplido apenas los catorce años, y era lánguida y de huesos tiernos, y demasiado mansa para su edad. Con una parsimonia que tenía algo de rigor sagrado le hacía abluciones a la abuela con un agua en la que había hervido plantas depurativas y hojas de buen olor, y éstas se quedaban pegadas en las espaldas suculentas, en los cabellos metálicos y sueltos, en el hombro potente tatuado sin piedad con un escarnio de marineros.
    —Anoche soñé que estaba esperando una carta —dijo la abuela.
    Eréndira, que nunca hablaba si no era por motivos ineludibles, preguntó:
  • b0185855190compartió una citahace 8 años
    se acariciaron sin prisa, se desnudaron hasta la fatiga, con una ternura callada y una dicha recóndita que se parecieron más que nunca al amor.

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