La única manera para una mujer, como para un hombre, de encontrarse a sí mismos, de conocerse a sí mismos como individuos, es por medio de su propio trabajo creador. No hay ninguna otra forma de hacerlo. Pero una colocación cualquiera no es la solución; en realidad puede formar parte también de la «ratonera». Las mujeres que no buscan ocupaciones de acuerdo con su capacidad real, que no permiten que se desarrollen en ellas los intereses y los objetivos vitales que requiere un estudio y un entrenamiento en serio, que aceptan un empleo a los veinte o a los cuarenta años solo con el fin de «ayudar económicamente en casa», o para matar el tiempo, se encaminan hacia un futuro vacío, casi tan seguramente como las amas de casa que se quedan dentro de la «ratonera». Si se quiere que un empleo sea la salida de la «ratonera» para la mujer, debe ser un empleo que pueda tomar en serio, como parte de un plan de vida, un trabajo por el cual pueda convertirse en parte de la sociedad.