que la sociedad las provea de una cultura adecuada a su consumo. Sin embargo, el arte creado en este contexto no es arte genuino con la perspectiva de Greenberg. Escribe:
Habiendo perdido, sin embargo, su gusto por la cultura popular, cuyo origen estaba en la propia tierra, y descubierto al mismo tiempo una nueva capacidad para aburrirse, las nuevas masas urbanas presionaron a la sociedad para que las proveyera de un nuevo tipo de cultura adecuada a su propio consumo. Para satisfacer esta demanda de nuevo mercado, se fabricó una nueva mercancía: cultura sucedánea, kitsch, destinada a aquéllos que, insensibles a los valores de la cultura genuina, están ansiosos, no obstante, por la diversión que cierta cultura puede proporcionar22.