Bocetos de una vida

Ningún diagnóstico es definitivo.

Yo, por fin a mis 36 años, vi el cielo azul, las montañas verdes, la naturaleza y la belleza que estaba a mi alrededor. Y dije: “Yo no quiero perderme esto”.

: “Yo, por fin a mis 36 años, vi el cielo azul, las montañas verdes, la naturaleza y la belleza que estaba a mi alrededor. Y dije: ‘Yo no quiero perderme esto’”. Creo que los bocetos de la vida de Bea son una invitación a que nadie se pierda, nunca más, nada.

Claro que faltan cosas por hacer. Todavía se piensa más desde la rehabilitación que desde la inclusión; aparecen los psicólogos, los trabajadores sociales y terapeutas para trabajar en “recuperar” a este grupo de personas. Pero ¿y la integración?

No deberíamos tomar decisiones pensando en lo que “se supone” que podemos hacer.

Yo creo que la autenticidad nos va llevando, paso a paso, a donde queremos estar. Pero si no somos auténticos, nuestras relaciones se construirán desde ahí, luego se irán desvaneciendo y las desilusiones serán más grandes. O llegaremos a un lugar en el que no queríamos estar, sino donde otros querían que estuviéramos.

Si queremos algo, si soñamos con algo, hay que trabajar para lograrlo, con disciplina y sin ponernos limitaciones. Como se dice en inglés: “You see it, if you believe in it”. Esa frase, que significa “Lo veremos si lo creemos”, realmente me marcó. Y lo más importante es creer en nosotros mismos: en nuestras capacidades, nuestra potencia, nuestra inteligencia. Y ser auténticos.

Es común ver que el humor se construye desde la humillación hacia alguna persona por su condición física (por la altura, por el peso, por el tamaño de su nariz, por su forma de caminar, por el color de su piel, etc.). Creo que eso también es interesante: pensar cómo divertirnos sin necesidad de ridiculizar a otros.

En algún punto siento una desventaja. Creo que el tema de inclusión no pasa solo por una política. Es de la mente. Se pueden poner todas las políticas que quieras, las más lindas, pero si mis compañeros me siguen viendo como la que le falta el brazo, no sirve. A veces siento que me tratan como si yo pensara con las manos en vez de con la cabeza y veo que se enfocan más en lo que me falta, que en lo que tengo.

En eso soy crítica con una parte del activismo feminista. Nos quedamos en un registro: derecho al aborto, derechos en torno a la menstruación o a la lactancia, pero ¿alguien piensa en cómo es la primera menstruación para una mujer no vidente? ¿O cómo se siente una mujer que no escucha cuando ha sido mamá? Muchas hablan de la frustración de no haber podido ver el rostro o escuchar la voz de su bebé. A veces falta esa compasión, ponerse en el lugar de las otras personas, pero de todas las otras, no solo las más similares a una.

En toda mi infancia yo nunca me di cuenta de que era diferente, porque en el grupo en el que crecí nunca me lo hicieron sentir. Yo estaba segura y cómoda.