António de Almeida, autor que floreció a mediados del siglo XVII, pertenece a una parcela poco explorada de las letras ibéricas modernas, la de los escritores de nacionalidad portuguesa que se expresaron en castellano. Este libro da a conocer dos de sus obras, que ilustran a su vez una de las corrientes mayores del teatro barroco a partir de Calderón, caracterizada por una dramaturgia sobria pero efectista, tanto en lo referido a la puesta en escena como en la concerniente a la elaboración del diálogo.