«Mi ángel, mi preciosidad, mi amor. Dejarte marchar es lo más duro que he tenido que hacer y que haré nunca. Dondequiera que vayas, te llevarás mi corazón, mi alma y todo yo. Siempre estaré contigo. Soñaré contigo cada noche, cada momento del día, y rezaré para que un día vuelvas donde te corresponde: conmigo. Hasta entonces no podré estar completo. Tú eres mi mitad, la mejor parte de mí. Lo único bueno que he tocado, amado y atesorado en mi corazón. Sin ti estoy perdido».