Tu mano continuaría perdida y tú no tendrías que irte, Aitana; podríamos seguir aplazando la despedida. Aguardábamos las dos (sobre todo yo, Aitana, sobre todo
Marcia Ramoscompartió una citahace 3 meses
Alone había tenido la amabilidad de mandarle la crónica de Latcham, y María Carolina Geel leyó en voz alta las palabras de ese otro crítico: «La autora tiene una clara inteligencia para captar matices del alma femenina y una técnica moderna, de planos audaces, ajena a procedimientos atrasados».
Marcia Ramoscompartió una citahace 3 meses
La escritora no quería casarse con él, pero decidió casar a Georgina.
Pobre animal.
Pobre yo
Marcia Ramoscompartió una citahace 3 meses
reflexionando: hámster era uno de esos sustantivos machos, como animal, como odio, como disparo. Como hombre
Marcia Ramoscompartió una citahace 3 meses
reflexionando: hámster era uno de esos sustantivos machos, como animal, como odio, como disparo. Como hombre
Marcia Ramoscompartió una citahace 3 meses
Se escuchó el eco de otro no cansado o acaso distraído: la portadora del agujero suplementario se estaba encrespando las pestañas con una mano mientras con la otra intentaba estirar el enrollado cable del teléfono.
Marcia Ramoscompartió una citahace 3 meses
No se iba a dejar coser el agujero que ellos le habían hecho.
Se lo habían dejado ahí, ese ojal de piel auscultando lo profundo, ese
Marcia Ramoscompartió una citahace 3 meses
Que le insertaron una mandíbula, dientes de acero, y que siguiendo el diseño de alguna lumbrera artificial la abrieron de arriba abajo respetando solo el pequeño botón del deseo: para ese pedazo
Marcia Ramoscompartió una citahace 3 meses
Carlota no: su cuerpo es demasiado grande, los huesos de la cadera se le quedan atrapados entre los barrotes y la cabeza amoratándose hasta que desiste.
Patea el suelo, lo patea y escupe
Berenice Torrescompartió una citahace 4 meses
María Carolina analizaba todo rigurosamente, era imaginativa y tendenciosa porque era nacida bajo el signo de Virgo. («Culta, refinada, triste, vanidosa, fría y ególatra» fue la descripción que el sicólogo criminalista había hecho de ella.