Neil Strauss

El Metodo

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  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    Ésa es la diferencia entre tú y yo. A mí me gusta rodearme de personas mejores que yo; me hacen mejorar y siempre suponen un desafío. Tú, en cambio, intentas deshacerte de todos los que son mejores que tú.
  • Rafael MAcompartió una citahace 5 años
    lugares comunes y anécdotas sobre Hollywood. Yo recurrí a varias técnicas de Seducción
    Acelerada y de demostración de valía.
    Papa: Un amigo me ha enseñado una técnica fascinante de
    visualización que él llama el cubo. Está ahí fuera. Acabamos de alquilar una casa (señalo hacia las colinas). Llevo diez semanas viviendo en un hotel. ¡Ya no aguantaba más!
    París: ¿De verdad? ¿En qué hotel?
    Papa: En el Furama.
    Paris (asiente): Sí. Yo vivo aquí cerca, en Kings Road.
    Papa: Mola. Vamos a ser vecinos. Mi nueva casa está en Londonderry.
    Es un sitio fantástico. Mi amigo Style y yo vamos a hacer las mejores fiestas after-hours de la ciudad.
    Paris: ¡Qué guay!
    Papa: Bueno, ¿estás lista para la prueba del cubo?
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    Paris: Sí. Cuando quieras. (Sonríe.)
    Papa: Antes de empezar necesito hacerte unas preguntas. ¿Eres una
    persona inteligente?
    Paris: Sí.
    Papa: ¿Eres intuitiva?
    Paris: Sí.
    Papa: ¿Tienes mucha imaginación?
    Paris: Sí.
    Papa: Perfecto, entonces podemos empezar. Imagina que estás
    conduciendo por un desierto y ves un cubo. ¿Qué tamaño tiene?
    Paris: Es grande.
    Papa: ¿Cómo de grande?
    Paris: Como un hotel.
    Papa: Eso es interesante. Vale. Ahora dime, ¿de qué color es?
  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    No iba a volver a hacer planes y a comprar billetes de avión para que él tuviera otra crisis y volviera a dejarme colgado en el último momento. Además, yo no era una niñera. Como siempre les decía a las mujeres, la confianza es algo que hay que ganarse. Y Mystery tendría que recuperar la mía.
  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    «De nadie depende elegir por quién se siente atraído»
  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    Ella respiró hondo; sus senos subían y bajaban con la sudadera azul.
    Todo marchaba a las mil maravillas; estaba provocando una respuesta como la que había logrado Ross Jeffries en el California Pizza Kitchen. Continué leyendo el patrón, cada vez más seguro de mí mismo, haciendo que el color creciera tanto en tamaño como en intensidad dentro de su pecho a medida que ella se sumía en un trance cada vez más profundo.
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    Me imaginé a Twotimer susurrándome al oído la palabra «malvado».
    —Y, ahora, dime, ¿cómo te sientes, en una escala del uno al diez? —le pregunté.
    —Diez —respondió ella.
    Funcionaba.
    Después le dije que redujera todo el color a un círculo del tamaño de un guisante que contuviera toda la fuerza y toda la intensidad del placer que sentía en ese momento. Le dije que colocara el guisante en mi mano y recorrí el contorno de su cuerpo, cada vez más cerca, hasta llegar a rozarlo.
    —Siente cómo el color fluye desde mi mano, siente cómo esa sensación te sube por la muñeca, por el brazo, hasta llenarte el rostro.
    Para ser sincero, no tenía ni idea de si estaba consiguiendo excitarla con aquel patrón. Ella me escuchaba y parecía disfrutar, pero, desde luego, no se puso a chuparme los dedos, como la chica de la historia de Grimble. De hecho, a mí, aprovechar la hipnosis como pretexto para tocarla me hacía sentir un poco sucio.
    Esos patrones de PNL no acababan de gustarme. Había entrado en la Comunidad para tener más confianza en mí mismo, no para aprender técnicas de control mental.
    Paré y le pregunté qué le había parecido.
    —Me ha gustado —dijo ella con su pequeña sonrisa de hurón—. Me siento bien.
    Yo no sabía si se estaba burlando de mí, aunque supongo que la mayoría de la gente está dispuesta a probar sensaciones nuevas siempre que parezcan seguras.
    Doblé la hoja de papel, me la guardé en el bolsillo y llevé a la chica de vuelta a su hotel. Pero esta vez, en lugar de despedirme de ella en la puerta, la acompañé hasta su habitación. Estaba demasiado asustado como para decir nada; temía que, en cualquier momento, ella se diera la vuelta y me preguntara por qué la estaba siguiendo. Pero no lo hizo. Al contrario, parecía querer que la acompañase; todo parecía indicar que iba a acostarme con ella. No podía creerlo. Por fin iba a ver recompensados todos mis esfuerzos.
  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    Existen métodos para definir mejor nuestros objetivos en la vida —le dije.
    Me sentía como Grimble en TGI Friday’s.
    —¿Qué métodos? —me preguntó ella.
    —Por ejemplo, puedes hacer un ejercicio de visualización. Me lo enseñó un amigo. No me lo sé de memoria, pero puedo leértelo.
    Ella me pidió que lo hiciera.
    Yo me saqué del bolsillo la hoja con el patrón.
    —Intenta recordar la última vez que sentiste verdadera felicidad o placer
    —empecé a leer—. Y, ahora, dime, ¿en qué parte del cuerpo lo sientes?
    Ella se señaló el pecho.
    —Y, en una escala del uno al diez, ¿cómo de bien te sientes?
    —Siete.
    —Vale. Ahora concéntrate en ese sentimiento y pronto verás un color que emana de él. Dime qué color es.
    —Es morado —dijo ella cerrando los ojos.
    —Muy bien. Ahora, dime, ¿cómo te sentirías si dejaras que ese color morado que surge de tu pecho se hiciera cada vez más y más intenso? Cada vez que tomes aire, siente cómo el color se hace más intenso.
  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    Estoy estudiando análisis caligráfico —le dije—. ¿Te importaría si practico con tu letra mientras llega la comida?
    Aunque me miró con escepticismo, finalmente decidió que yo debía de ser inofensivo y accedió. Le di mi cuaderno y le pedí que escribiera una frase.
    —Interesante —dije—. Tu caligrafía no tiene ninguna inclinación. Eso quiere decir que eres una persona autosuficiente que no necesita estar siempre acompañada para sentirse bien.
    Me aseguré de que ella asentía antes de continuar. Era una técnica que había aprendido en un libro que revelaba todo tipo de trucos y técnicas de lectura del lenguaje corporal.
    —Pero tu caligrafía no goza de un buen sistema organizativo. Eso quiere decir que, por lo general, no se te da demasiado bien el orden y tienes dificultades a la hora de ajustarte a un horario determinado.
    Con cada nueva frase, ella se inclinaba más hacia mí, asintiendo con
    entusiasmo. Tenía una sonrisa maravillosa y resultaba fácil hablar con ella. Me dijo que venía de unas clases de interpretación cómica que daba cerca de allí, y se ofreció a leerme unos chistes que tenía anotados.
    —Me gusta empezar mis interpretaciones con éste —dijo una vez acabado mi análisis—: «Vengo del gimnasio y, de verdad, tengo los brazos agotados.»
    Ésa era su frase de entrada. La llevaba escrita en la chuleta que guardaba en el bolsillo. Yo pensé que ligar se parecía mucho al trabajo de un actor. Ambas actividades exigían frases de entrada, técnica y un cierre memorable, además de la habilidad necesaria para conseguir que la suma de todo ello resultara natural.
    Me dijo que se alojaba en un hotel que había cerca y yo me ofrecí a llevarla. Al llegar, cuando ella me dio su número de teléfono, me señalé la mejilla y le dije:
    —¿Un beso de despedida?
    Ella me dio un beso en la mejilla. Incapaz de controlar la emoción, Extramask, sentado en el asiento de atrás, le dio una patada al suelo. Yo le dije a la chica que la llamaría más tarde para tomar una copa.
  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    Extramask alzó la voz, emocionado.
    —¡Lo mejor es que ahora puedo mear delante de otra persona! Es todo
    cuestión de confianza. Lo que nos enseñó Mystery en el taller no sólo sirve para las chicas.
  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    Extramask era el resultado de una extraña combinación entre una educación represiva católica y la ambición de convertirse en un actor cómico. Nunca sabía si estaba angustiado o si me estaba tomando el pelo.
  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    Perdona, ¿te importaría ayudarme a resolver un debate interior que me está torturando? —le dije. Mientras pronunciaba las palabras advertí que, de cerca, era todavía más guapa. Estaba ante una verdadera chica 10. Y, aun así, tenía que seguir el protocolo y lanzarle un nega—. Quizá no debería decirte esto —balbuceé—, pero crecí viendo dibujos de Bugs Bunny y tengo que decirte que tienes unos dientes adorables; me recuerdan a los de mi conejo favorito.
    Quizá me hubiera pasado. Me había inventado el nega sobre la marcha y lo más probable era que ella estuviera a punto de darme una bofetada.
    Pero, en vez de pegarme, la chica sonrió.
    —Si te oyera mi madre, te mataría —me dijo—. ¡Con el dineral que se ha gastado en ortodoncia!
    La chica 10 estaba flirteando conmigo.
    Llevé a cabo la rutina de adivinar un número y, afortunadamente, ella eligió el siete. Le pregunté en qué trabajaba y me respondió que era modelo y que tenía un programa propio en la TNN. Mientras más hablábamos, más parecía disfrutar ella de mi compañía. Pero, al ver que las cosas funcionaban, empecé a ponerme nervioso. No podía creer que una mujer como aquélla
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    pudiera interesarse por mí. Y, en la tienda, todo el mundo parecía mirarnos. No podía seguir adelante.
    —Llego tarde a una cita —le dije, al tiempo que las manos me temblaban por los nervios—, pero debe de haber algo que podamos hacer para continuar esta conversación en otro momento.
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