Si Mishima se hubiera conformado con su cuerpo, sin duda habría perfeccionado su literatura, la habría dotado de una mayor profundidad. Es posible, sin embargo, que a él eso le pareciera solo una exigencia egoísta de los lectores. En cualquier caso, creo que vivió su vida con pasión, pero me pregunto si al final no se transformó en aburrimiento, en remordimientos. Creo que el exceso de apego hacia sí mismo no le trajo más que fatalidad en un momento de crisis de identidad general, en el que podía haber ayudado mucho para superarla. Me pregunto si sabrá, allá donde esté, que una de las razones de nuestro irremediable aburrimiento en nuestra prosperidad es su ausencia.