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María Jose Sánchez Ordoñez

Corazones de acero

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  • Elena Herpercompartió una citahace 4 años
    «Tú y yo tenemos pendientes el resto de amaneceres de nuestras vidas. No podía marcharme», dijo al verla llorar emocionada por tenerle de vuelta. Un dardo directo al corazón del hombre que se jactaba de no ser romántico; u
  • Elena Herpercompartió una citahace 4 años
    —La del águila y el halcón. —Julia le miró con ojos embelesados—. Oh, vamos, ¿en serio quieres que te la cuente ahora? Nena, por favor, no me gusta contar historias… —Ella pestañeó dos veces con coquetería y Austin resignado tomó aire antes de empezar su relato—. Dice la leyenda que una vez se acercaron a la tienda del viejo chamán de la tribu un joven y valiente guerrero llamado Toro Bravo y Nube Alta, la hermosa hija del jefe de la tribu, cogidos de la mano. Los dos jóvenes dijeron al chamán que se amaban, que estaban muy enamorados y se iban a casar, pero tenían miedo. Querían que el viejo chamán vertiese un conjuro sobre ambos para que su amor jamás acabase. El chamán, un hombre muy sabio, dijo a ambos que esa era una labor muy complicada, pero ellos estaban dispuestos a todo, así que pidió a Nube Alta que escalase el monte al norte de la aldea, sin más ayuda que sus manos, y atrapase allí al halcón más hermoso de todos, llevándolo con vida, intacto, al poblado. A Toro Bravo le pidió que escalase la Montaña del Trueno y cuando llegase a la cima, atrapase la más bravía de las águilas solo con sus manos y la llevase sin heridas ante él el mismo día en que Nube Alta trajese su halcón. —Julia le oía extasiada, acababa de descubrir una nueva faceta del hombre al que amaba, la de un excelente contador de leyendas—. Ambos jóvenes marcharon y regresaron el día indicado frente a la tienda del chamán. El anciano les pidió que sacaran las aves de la bolsa. «¿Volaban alto?» les preguntó. «Sí, sin duda». Respondieron. «¿Y ahora qué hacemos?, ¿los matamos y bebemos su sangre?, ¿los cocinamos y comemos su carne?». «No, atadlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero, soltadlas y que vuelen libres». Los jóvenes hicieron lo que les había pedido, pero cuando liberaron las aves, estas solo consiguieron revolcarse en el suelo. Unos instantes después, irritadas por la incapacidad, arremetieron a picotazos entre sí hasta herirse. Entonces el viejo chamán con voz dulce dijo a los jóvenes: «Nunca olvidéis lo que habéis visto. Vosotros sois como el Águila y el Halcón, si os atáis el uno al otro, aunque lo hagáis por amor, no solo viviréis arrastrándoos, sino que además, tarde o temprano, empezaréis a lastimaros el uno al otro. Si queréis que el amor perdure, volad juntos, pero jamás atados por miedo a perderos. Si el amor es verdadero se torna eterno e infinito sin promesa, porque ya el amor en sí es una promesa de vida». Fin de la historia.

    —Es una leyenda preciosa.
  • Elena Herpercompartió una citahace 4 años
    unos versos incompletos de John Keats que, aunque lo intentó, fue incapaz de reproducir. El poeta británico era uno de los favoritos de su madre y conservaba un tomo de su obra con gran cariño. Se incorporó de la cama desnuda y buscó en la estantería.

    «Esa forma, esa gracia, ese pequeño placer / del amor que es tu beso… esas manos, esos ojos divinos, / ese tibio pecho, blanco, luciente, placentero, / incluso tú mismo, tu alma, por piedad dámelo todo, / no retengas un átomo de un átomo o me muero».
  • Elena Herpercompartió una citahace 4 años
    —Pero a veces hay que perdonar, aunque no olvides; es bueno para uno mismo, el odio hace daño.

    —Si alguien te traiciona es porque le diste el poder de hacerlo. Porque confiaste en quien no lo merecía. En toda mi vida solo he dado una segunda oportunidad y lo hice por mi madre.
  • Elena Herpercompartió una citahace 4 años
    —Los días libres no existen cuando eres un SEAL. Uno de nuestros lemas es: «Cuánto más sudes en tiempos de paz, menos sangrarás en tiempos de guerra». Creamos lo que se llama memoria muscular, porque en combate solo puedes pensar en la misión: tu cuerpo debe ser una máquina infalible.
  • Elena Herpercompartió una citahace 4 años
    —Hace años que decidí que jamás tendría hijos, Julia. El mundo me parece un lugar demasiado horrible, con demasiado dolor por todas partes como para traer niños a sufrir en él.

    —Vaya. Es cierto que no podrías evitarles el sufrimiento porque lo habrá, siempre lo hay, aunque no por todas partes. Con seguridad lo que has visto estos años te ha llevado a pensar así, pero el mundo puede ser un lugar maravilloso. Mi mundo lo fue cuando era niña. Fui la niña más feliz que puedas imaginar, no cambiaría uno solo de los días de mi infancia y estoy convencida de que tú tampoco, a excepción de la enfermedad de tu madre, claro.

    —No, por supuesto que no los cambiaría.

    —Por eso. Los niños son la esperanza, la ilusión, lo bonito de la vida.
  • Elena Herpercompartió una citahace 4 años
    «Cuando es tu águila lo sabes. Lo sientes en las tripas y nunca más otra boca te sabrá como la suya, nunca otro cuerpo te saciará como el suyo. Cuando es tu águila, estás jodido».
  • Elena Herpercompartió una citahace 4 años
    Es humano equivocarse, pero hay que ser muy valiente para aceptar los errores y decir basta.
  • Elena Herpercompartió una citahace 4 años
    —¿Tu vida real? ¿Es que la otra no lo es?

    —No, claro que no. Cuando estoy en una misión me limito a cumplir órdenes, sean cuales sean. En casa, cuando solo soy un civil, mis respuestas y mis reacciones son distintas, por supuesto. Pero es algo que hacemos todos, ¿no crees? Cuando llegas a un accidente y sabes que la vida de otros depende de ti, ¿eres la misma Julia que cuando estás en casa viendo la televisión?

    —Sí, claro.

    —¿Estás segura? ¿Actúas del mismo modo, respondes de la misma forma?

    —Pues no lo sé…

    —Hay una versión de ti en cada situación: la Julia enfermera, la Julia hermana, la Julia compañera de trabajo, la Julia amiga… Todas son tú y, aunque compartan rasgos comunes, también son distintas. Como las caras de un dado.
  • Elena Herpercompartió una citahace 4 años
    «Una mujer no pertenece a nadie más que a sí misma, si aún no sabes eso es que no llegas ni a imbécil», le había dicho a aquel energúmeno antes de que se cortara la comunicación.
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