Libros
Julian Barnes

Hablando Del Asunto

Stuart y Gillian se conocen en una reunión organizada en un hotel por una agencia matrimonial que organiza cócteles para solteros de buena posición que, por diversas circunstancias, tienen una escasa vida social. Stuart es un cuadro medio de un banco, un buen chico, sensible aunque algo soso, y Gillian una restauradora de cuadros encantadora. Se casarán, pero entra en escena Oliver, el mejor amigo de Stuart, bohemio y presunto dandy, que se las da de conocer mundo aunque no ha pasado de Marbella, quien se enamora perdidamente de Gillian. Y Barnes obsequia a los lectores con su moderna versión del triángulo eterno. Pero, claro está, todas las historias son antiguas y del genio de un escritor depende la novedad de la versión. Y Julian Barnes, con su fascinante versatilidad, nos ofrece en los monólogos de los tres vértices del triángulo y de algunos actores secundarios, pero no menores, una versión irónica, despiadada y compasiva a un tiempo, resplandeciente y con tantas facetas como un diamante, de los usos y costumbres sociales, sexuales, verbales y amorosos de nuestros contemporáneos.
276 páginas impresas
Publicación original
1993
Año de publicación
1992
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Citas

  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    Era muy divertida cuando nos conocimos, Marie-Christine. Me casé con ella, me la traje a Inglaterra. Ella tuvo una aventura cuando llevábamos casados un año más o menos. Creyó que yo no me enteraba. Por supuesto que me enteré. Eso es un golpe para un hombre, pero lo superé. Sospeché que había echado otra cana al aire después de que naciera Gillian, pero no estoy totalmente seguro. Eso hubiera podido encajarlo. Lo que no pude encajar fue que dejara de ser divertida. Se volvió mayor antes de tiempo, tenía opiniones acerca de las cosas. Horroroso. No le iba nada. Siempre tenía razón, no sé si me entiende.
  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    La gente me encuentra más interesante ahora que tengo más dinero. No sé si lo soy –probablemente no–, pero me encuentran más interesante. Eso es un consuelo. Me gusta comprar cosas y poseer cosas y tirarlas si no me gustan. Compré un tostador el otro día y al cabo de una semana no me gustaba su aspecto y lo tiré a la basura. Eso es un consuelo. Me gusta contratar a la gente para que me haga las cosas que no me apetece hacer, lavar el coche, limpiar el apartamento, hacer la compra. Eso es un consuelo. Aunque tengo mucho menos dinero que algunas de las personas con las que trato, tengo mucho más dinero que muchas de las personas con las que trato. Eso es un consuelo. Y si continúo ganando al ritmo que estoy ganando en este momento e invierto sensatamente, entonces podré vivir cómodamente desde que me retire hasta que me muera. El dinero, me parece a mí, es mucho más consolador que la filosofía cuando se trata de preocuparse por ese período de nuestra vida.
  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    ¿Qué es lo que dicen, esos malditos sabelotodos cuya sabiduría se transmite de generación en generación? El marido es siempre el primero en sospecharlo y el último en saberlo.

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