Libros
Kenneth Wapnick

Tomar al ego a la ligera. Proteger nuestras proyecciones

Este libro es la transcripción editada de un seminario que Kenneth Wapnick realizó en Agosto de 2013. Fue el último curso que dio antes de su enfermedad y muerte. El título original fue «Proteger nuestras proyecciones», posteriormente modificado para la versión de audio y para este libro.
La exposición versa sobre el desmantelamiento de la seriedad del sistema de pensamiento del ego, basado en el pecado, la culpa y el miedo. Dicho sistema se mantiene en su lugar debido a la proyección de un mundo serio —a nivel personal y colectivo— cuyo propósito es que dirijamos toda la atención hacia el cuerpo. De esta manera no prestamos atención a la mente tomadora de decisiones, que es al mismo tiempo la fuente del problema y la solución.
Pero el ego se deshace fácilmente cuando prestamos atención al amable hombrecillo (símbolo de Jesús) que está respaldándonos siempre, y que nos recuerda que nos riamos: «Es un chiste pensar que el tiempo pudiese llegar a circunscribir a la eternidad…» Su presencia amorosa nos anima a afrontar la seriedad del ego, en todas sus formas, con una risa amable, un tierno cosquilleo y una dulce sonrisa.
98 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
El Grano De Mostaza Ediciones
Publicación original
2020
Año de publicación
2020
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Citas

  • Mily Sietecompartió una citahace 3 años
    Pero Sofía pensó que podía crear por su cuenta. Ese es el error. Es francamente tonto, no se puede tomar en serio. ¡Dios ni siquiera está al corriente! Pero nosotros lo reconocemos porque somos los retoños de Sofía y del semidiós Ialdabaoth. El nombre «Ialdabaoth» es la degeneración del nombre hebreo para Dios, comparable a «señor de los ejércitos». De hecho, hay una escena muy graciosa en la que el hijo abortado de Sofía, Ialdabaoth, proclama que no hay dios superior a él. Entonces, desde atrás, surge una voz femenina que dice: «¡Hey! Espera un momento, ¿recuerdas quién te dio la vida?».

    Sofía representa el nombre del error, lo denominaríamos el ego, y supone la creencia de que podemos crear como Dios. Este maravilloso universo de muerte, enfermedad, hambruna, pobreza y sufrimiento es nuestra creación, y pensamos que es magnífico. Recuerda lo que dice el Dios bíblico en el Génesis: Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera y dice:

    «Esto es bueno; Es muy bueno». Por su puesto, para el ego es muy bueno. El ego dice: «Mira lo que he hecho, Dios: soy más grande que tú, puesto que puedo matar lo que he creado. Y tú no. Ahora tengo el poder, no solo sobre la vida, sino también sobre la muerte».

    Esta es la demencia del mundo en que vivimos, y la demencia del pensamiento que lo fundamenta. El problema no es el mundo, no es la guerra, la peste, la enfermedad o las horribles cosas que nos hacemos los unos a los otros. Cierto que todo eso es horroroso, pero no es el verdadero problema. Lo imposible es la creencia en lo imposible. Esa es la que es imposible.

    (T-18.I.5:3) Fue tan inmenso [el error] y tan absolutamente increíble que de él no pudo sino surgir un mundo totalmente irreal.

    Tomarse en serio la diminuta idea loca supuso que, partiendo de ese error original, surgió un mundo totalmente irreal. Por ello, este mundo es totalmente ficticio. ¡Mira las cosas por las que nos enfadamos! Si eres honesto contigo mismo, mirarás en retrospectiva y te darás cuenta de que estás molesto por nada; entonces, en el pasado, te molestaron algunos temas que creíste de gran relevancia. Asuntos que te importunaron hace unos días, meses o años y ahora ya no te importan en absoluto.

    Ciertos temas los consideramos muy significativos, y a menudo lo son, pero para los cuerpos. Por lo tanto, siempre me pregunto por qué insistimos en que somos cuerpos y nos tomamos en serio las afrentas, las injusticias o las calamidades que creemos que s
  • Mily Sietecompartió una citahace 3 años
    Dios y el pensamiento de separación son algo grave; el error fue sustituir la dulce y apacible sonrisa por la seriedad. Ese ha sido el único error: escuchar a la voz equivocada. Ese es el error. El error no es la separación, ¿cómo puede ser un error lo que nunca ha ocurrido? ¿Cómo puede ser algo que tú tengas que perdonar? Te perdonas a ti mismo por creer que ocurrió. El error es escuchar la voz equivocada.

    (T-18.I.4:3) Dicha substitución a su vez ha sido tan desmenuzada y subdividida, y dividida de nuevo una y otra vez, que ahora resulta casi imposible percibir que una vez fue una sola y que todavía sigue siendo lo que siempre fue.

    No importa cuántas veces el mundo se rehace a sí mismo y se está rehaciendo una y otra vez. Si crees en vidas pasadas, no importa las veces que hayas venido aquí y hayas cometido el mismo error en una y otra ocasión, ni cuántas veces lo hayas cometido en esta vida, sigue siendo el único error. Simplemente escogiste al maestro equivocado. Escogiste la seriedad del ego en lugar de la dulce y apacible sonrisa del Espíritu Santo, y una vez que el error fue proyectado, creíste que el problema estaba fuera. Por eso el mundo resulta tan grave. ¿Qué es lo que nos dice que el mundo es grave? ¿Cómo puede un mundo de nada —nada proyectado como nada— ser grave? (Una de las principales metáforas que el Curso utiliza es el sueño) ¿Cómo puede tomarse en serio un sueño? Sus símbolos pueden resultar graves, porque te recuerdan algo que nunca ha ocurrido.

    ¿Por qué fabricamos un mundo tan serio? ¿Qué nos dice que todo es tan grave? ¡Nuestros cuerpos! Los cuerpos tienen ojos y oídos, y el resto de los órganos sensoriales que son testigos de los horribles acontecimientos que suceden, las cosas horribles que nos enferman, nos enfadan, que nos empobrecen, que hacen sentirnos solos y heridos. Luego tenemos un cerebro. Creemos que piensa, que posee inteligencia, la cual reúne toda la información y concluye: «Ah, esto significa algo. Esto es muy grave».

    Todo es una proyección gigantesca, y es tan convincente y grave que provoca que nos olvidemos del único error, que sigue vigente: escogimos al maestro equivocado, ese único error que llevó la sonrisa a la gravedad.

    (T-18.I.4:4) Ese error, que redujo la verdad a la ilusión, lo infinito a lo temporal y la vida a la muerte fue el único que cometiste.

    Todo lo que hicimos, desde lo que creemos que es el principio
  • Mily Sietecompartió una citahace 3 años
    Lo siguiente que me gustaría hacer es revisar algunos párrafos del Texto que normalmente no utilizo, pero que son relevantes para el tema que estamos tratando. Primero iremos al capítulo 18 sección I. Suelo leer el párrafo 4, con el que voy a empezar, pero, quiero continuar leyendo los párrafos 5 y 6, y probablemente un par de líneas del párrafo 7. Quizás lea toda la sección; no lo sé {Risas}. De cualquier modo, empezaré por eso porque quiero que entendáis que el mundo es la proyección, y todas nuestras pequeñas proyecciones están comprendidas dentro de esa proyección original.

    No quiero hablar del punto de vista del Curso con respecto al tiempo, solo decir que el tiempo lineal no existe. Esto significa implícitamente que la proyección está ocurriendo ahora mismo, pero pensamos que ocurre cuando, como personas, proyectamos nuestra culpa sobre alguien externo. Esta proyección es solo una sombra fragmentada de la proyección original que todos hacemos constantemente. Puesto que no hay pasado, ahora mismo fabricamos el mundo, y lo hacemos de manera constante. No tienes por qué entenderlo en su totalidad. Sin embargo, es importante comprender que esto es lo que lo sostiene todo. Por eso, el Curso dice que cuando perdonas totalmente a una persona has perdonado a todas (L-pI.108.5:2). Siempre es el mismo error.

    Ahora empezamos con el párrafo 4 de la sección, «El sustituto de la realidad»:

    (T-18.I.4:1-2) Tú que crees que Dios es miedo tan solo llevaste a cabo una substitución. Esta ha adoptado muchas formas porque fue la substitución de la verdad por la ilusión; la de la plenitud por la fragmentación.

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