¡Mi Pepe! ¡Mi pobre Pepe! Va a perecer allí, en Polonia, quién sabe dónde, i Y quién sabe cuál será su muerte! Ya han matado a mi hermana: ahora están matando a mi marido. Voy a quedar sola, completamente sola. ¿A quién podría yo encontrar después, a mis años. Sola, abandonada hasta la muerte... y yo podría salvarle. Me lo devolverían, sí, pero, ¿a qué precio? Pero entonces ya no sería yo ni él mi “papaíto”.
Y no soltó ni una palabra.
Desapareció en uno de aquellos transportes anónimos de la Gestapo. Poco tiempo después recibimos la noticia de que José había muerto en Polonia.