«Oh, mi sirena de cuarto de baño, domadora de patos de plástico, tendrás que explicarme por qué me siento tan bien». Lula asentía sonriendo y, con la misma melodía, le contestó: «Estás enamorándote de mí como todos los hombres antes de ti que oyeron mi voz». Gaspard la escuchaba sin dejar de concentrarse en el ukelele. «Oh, mi pequeña Lula, si supieras cuánto me rompí el invierno pasado, ya no siento alegría ni emociones… estoy inmunizado».