Penelope Douglas

RIVAL

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  • Karly Diaz.compartió una citahace 4 años
    Si alguien hubiera intentado quitarme el corazón en ese momento,

    habría necesitado ambas manos para sostenerlo. Tragué la masa de
  • Dannacompartió una citahace 3 meses
    ―Venga, vamos a la sala.

    Me tomó de la mano y agarró el contrato matrimonial del mostrador. Yo
  • Havenflycompartió una citael año pasado
    ―¿Qué te creías? ―pregunté―. ¿Que me estaba colando por el desagüe de la desesperación sin ti?

    Entornó los ojos y la vergüenza le tiñó las mejillas.

    ―No debería de haber venido. Tate estaba segura de que estabas esnifando cocaína del trasero de una prostituta. Me acosó para que los acompañara.
  • Havenflycompartió una citael año pasado
    ―Más. Más rápido ―le pedí, pero, a pesar de mis buenas intenciones, el pelo rubio que agarré se volvió castaño claro y unos ojos verdes me miraron―. Dios, cómo me gusta, nena.

    Me gustara o no, me retiré a mi cabeza, donde vivía Fallon, y disfruté de la fantasía. No quería pensar en esa zorra, no quería desearla, pero así era.

    Fallon estaba aquí, chupándomela, y la odiaba. La odiaba a rabiar y me la follaría con furia hasta que llegara al orgasmo.
  • Havenflycompartió una citael año pasado
    Fallon. Siempre volvía a Fallon. Ya era incapaz de tener un orgasmo si no pensaba en ella.
  • Havenflycompartió una citael año pasado
    ―Vas a destrozarme, Fallon ―dijo con voz temblorosa.

    «No más de lo que tú me has destrozado a mí».
  • Havenflycompartió una citael año pasado
    Y entonces cerró los ojos y echó la cabeza atrás.

    ―Vas a destrozarme, Fallon ―dijo con voz temblorosa.
  • Havenflycompartió una citael año pasado
    Me puse en pie y agarré uno de los vasos de chupito que no estaban vacíos.

    ―No le has contado lo mejor, Madoc. Que sé cantar.
  • Havenflycompartió una citael año pasado
    Miré a Fallon, que seguía sentada en la cama y había puesto los ojos en blanco al ver a la chica.

    Sonreí.

    ―Quédate ―le dije con voz calmada―. Come, usa la piscina y después búscate una vida propia cuando te marches.
  • Dannacompartió una citael año pasado
    e aparté para levantarme y me quité el resto de la ropa. Ella se fijó en mi erección y yo no podía apartar la vista de la blusa que tenía sobre el pecho desnudo.
    Volví a cernirme sobre ella, la tumbé en la cama y no dejé de besarla mientras colocaba el pene en la entrada. Entré, solo un poco, y salí, llevándome su humedad conmigo. Me rocé contra el clítoris. El gemido que profirió me vibró en los labios y volví a entrar, solo la mitad, y salí para restregar la punta por la protuberancia dura una vez más.
    ―¿Madoc? ―se quejó―. No soy un piano. Deja de tocarme.
    Sonreí y volví a entrar, ocupando cada centímetro de ella lentamente.
    ―¿Peso mucho? ―pregunté al colocar todo el cuerpo sobre ella.
    Cuando practicaba sexo, no solía preferir el misionero. Había otras posturas mejores y que te ofrecían una mejor vista del cuerpo femenino, pero esta vez era distinto. Quería sentirla en todas partes.
    Sacudió la cabeza bajo mi beso.
    ―No, me encanta. ―Me acarició la espalda y apretó más las caderas contra mí―. Justo ahí ―pidió―. Así.
    «Madre mía».
    Apoyé la frente en la suya e inspiré el aliento que ella liberaba. El pecho, las partes que asomaban bajo la blusa, estaba mojado y sudoroso, y la fricción de la piel caliente me estaba volviendo loco. Tenía la polla resbaladiza y entraba y salía rápido con sus manos ansiosas aferrándome con fuerza.
    Joder, estaba muy excitada, y eso me excitaba a mí. No iba a durar mucho. La agarré por los muslos y di la vuelta de forma que quedara ella arriba. Tenía la blusa bajada por un hombro y uno de los pechos al descubierto. Por mucho que quisiera tocarla, me limité a mirarla mientras se movía. Aferrado tan solo a sus caderas, mantuve los ojos pegados a ella haciéndome el amor, con la comisura de los labios metida entre los dientes y la piel expuesta perlada de sudor.
    ―¡Dios mío! ―gritó, cabalgándome más rápido.
    Gruñí y cerré los ojos.
    ―Venga, nena.
    Sentí un hormigueo por todo el cuerpo, no me podía aguantar más. Estaba muy excitado y ella estaba muy caliente.
    ―Madoc ―me susurró al oído y sentí una descarga en el pecho. Me arqueé en la cama, empujando con toda la fuerza que pude―. Ahhh.
    Y se volvió loca, resollando y gimiendo, y yo también me dejé llevar y lo eché todo dentro de ella, empujando más y más.
    «Dios mío». Seguía con el ceño fruncido y los ojos cerrados. Ahora mismo tenía el cuerpo de todo menos relajado.
    Nunca antes me había corrido dentro de una mujer sin preservativo.
    Excepto con Fallon. Hace años. No me extrañaba que hubiera tenido consecuencias. Algo tan increíble siempre tenía un precio.
    Fallon se derrumbó sobre mi pecho y, durante un instante, nos quedamos en silencio, intentando calmarnos.
    Pero entonces me susurró en el cuello.
    ―Fallon Caruthers entonces.
    La coloqué bocarriba en la cama, listo para la ronda dos.
    Nos quedamos acurrucados en la habitación del hotel las siguientes veinticuatro horas y al fin nos separamos el uno del trasero del otro ―sin dobles sentidos― para mantener una conversación.
    ―Tengo algo d
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