Levanté la vara ante su cara, preguntándome si quedaría aún en ella algún resto del niño, y reí, reí con toda mi alma. No me voy a recrear contando los detalles de lo que le hice, porque, aunque me comporté como un sádico, no disfruté haciéndolo. Sólo diré que todas las cosas que nos hizo... le fueron hechas..., todas..., todas.