Haber recorrido la mitad del trayecto es una buena razón y un magnífico momento para aprender que hay instantes en los que es necesario detener la marcha, aunque sea un momento, y aprovechar esa parada para mirar hacia atrás el camino recorrido y quizá, por qué no, para celebrar lo hecho.
La sabiduría popular nos enseña que alejarse permanentemente de una tarea o de un problema es escapar; es expresión de un temor que puede evitarse o un símbolo de irresponsabilidad. Sin embargo, alejarse durante un momento para después volver puede ser la mejor forma de descansar para encarar mejor lo que sigue, de prepararse para el siguiente desafío y también la oportunidad de premiarse por los obstáculos dejados atrás.