Obra negra

¿Y si la verdadera historia de amor es todas las historias de amor que hemos vivido, las que viviremos a lo largo de la vida?

Y es que uno nunca será todo para otro, para nadie, ni siquiera para uno mismo

¿Cuántas veces se vuelve a ser pequeño? ¿Cada vez que se empieza de nuevo?

A veces pienso que uno siempre está recreando las primeras veces, buscando las primeras pertenencias.

Lo que ignoro es cuándo comencé a partir.

Dejar una historia es migrar.

Migrar. Uno se va más de una vez: por aquello que nos persigue, por lo que encontramos, por lo que se queda atrás.

No era más que la realidad. Lo que pasa contra lo que uno imagina. No sólo el miedo está en la imaginación, también la dicha, el placer y muchas emociones más. La realidad siempre será más frugal y, de manera paradójica, repleta de detalles.

Conozco la nieve, decía para seguir haciendo ante otros una imagen de mí misma. Si conozco la nieve soy la nieve también. Esa vez no sentí el frío, el deseo, el rechazo y hasta una suerte de decepción: la nieve duele, se ensucia con facilidad, no es ese algodón que imaginamos. No sabe a nada. Mirarla de lejos tras una ventana es lo que resta, como antes de conocerla la mirábamos a través de una pantalla.

Viví a la espera de ver casas terminadas y hoy estoy frente a una casa que desaparece, mi hogar.