Muerte a la zaga

Los hombres somos así: cuando estamos seguros del amor y de la fidelidad de una mujer y de que nadie intentará disputárnosla, sus muestras de cariño y su compañía constante nos colman de empalago o hastío

la prudencia innata del ranchero norteño

Los hombres somos así: cuando estamos seguros del amor y de la fidelidad de una mujer y de que nadie intentará disputárnosla, sus muestras de cariño y su compañía constante nos colman de empalago o hastío.

Ten en cuenta además que los celos sin motivo, si no se ocultan, terminan por halagar la vanidad y provocar la malicia del que es injustamente vigilado.

Los hombres somos así: cuando estamos seguros del amor y de la fidelidad de una mujer y de que nadie intentará disputárnosla, sus muestras de cariño y su compañía constante nos colman de empalago o hastío

—Pertenece al género de los armarios, porque oculta pensamientos y sentimientos y porque éstos pueden ser indistintamente útiles o nocivos…

¡Qué cosa más desagradable verse obligado a abandonar las sugestivas regiones del subconsciente! En el sueño todo sucede: alegrías, tristezas, muerte, gloria, pero nada deja huella. Y a la vez nada se gasta con el fluir corrosivo del tiempo.

Para Armando la peor hora, de las veinticuatro con que Cronos regala periódica e invariablemente a los mortales, era la de despertar.

El azar se digna a las veces mostrarse generoso con los periodistas aficionados a esclarecer crímenes complicados.

En una novela policiaca se parte de lo maravilloso a lo racional, situación inversa a la que se da en el cuento de terror.