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Shirley Jackson

La maldición de Hill House

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  • Luciana Ayalacompartió una citahace 7 años
    Nunca sabemos de dónde surge nuestro coraje
  • Luciana Ayalacompartió una citahace 7 años
    «En el retraso no hay abundancia; la alegría del momento trae la risa del momento
  • Geraldine Guarneroscompartió una citahace 4 años
    —El miedo —dijo el doctor— es el abandono de la lógica, el abandono voluntario del pensamiento razonable. O nos entregamos a él o lo combatimos, pero en esto no hay medias tintas.
  • Beatriz ACcompartió una citahace 7 años
    Ningún organismo vivo puede mantenerse cuerdo durante mucho tiempo en unas condiciones de realidad absoluta; incluso las alondras y las chicharras, suponen algunos, sueñan
  • Lectora empedernidacompartió una citahace 7 años
    Ningún organismo vivo puede mantenerse cuerdo durante mucho tiempo en unas condiciones de realidad absoluta; incluso las alondras y las chicharras, suponen algunos, sueñan.
  • Manuela Herazocompartió una citahace 5 meses
    Mujer imposible, pensó Eleanor; mujer imposible, vulgar y posesiva.
  • Manuela Herazocompartió una citahace 6 meses
    Hill House es vil, es una casa enferma; márchate de aquí de inmediato.
  • Manuela Herazocompartió una citahace 6 meses
    No lo hagas, le dijo Eleanor a la niña; insiste en tu taza de estrellas; una vez te hayan atrapado para que seas como todos los demás, nunca volverás a ver tu taza de estrellas; no lo hagas;
  • Manuela Herazocompartió una citahace 6 meses
    Ningún organismo vivo puede mantenerse cuerdo durante mucho tiempo en unas condiciones de realidad absoluta; incluso las alondras y las chicharras, suponen algunos, sueñan.
  • Tamara Maplecompartió una citahace 7 meses
    Ningún organismo vivo puede mantenerse cuerdo durante mucho tiempo en unas condiciones de realidad absoluta; incluso las alondras y las chicharras, suponen algunos, sueñan. Hill House, nada cuerda, se alzaba en soledad frente a las colinas, acumulando oscuridad en su interior; llevaba así ochenta años y así podría haber seguido otros ochenta años más. En su interior, las paredes mantenían su verticalidad, los ladrillos se entrelazaban limpiamente, los suelos aguantaban firmes y las puertas permanecían cuidadosamente cerradas; el silencio empujaba incansable contra la madera y la piedra de Hill House, y lo que fuera que caminase allí dentro, caminaba solo.
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