Mi Corazón esta Firme. Afectividad y sexualidad sacerdotal

Me permito aconsejarles que no sólo confeccionen una letanía de la misericordia, sino que se reserven por principio un lugarcito en el examen de conciencia vespertino para preguntarse: ¿por qué debo agradecer hoy? ¿Y cómo puedo recuperar lo que he descuidado el día de hoy?”235

La primera torre es el elevado, ardiente amor a Dios;

l la segunda, la profunda humildad;

l la tercera, una mortificación esclarecida, eficaz;

l la cuarta, el trabajo creador;

l y la quinta es la alegría distendida y noble.”

“Supongamos que en mi campo pastoral me he apegado apasio­nadamente a una mujer. Y advierto que en mí se despiertan ins­tintos que arrastran hacia abajo. Si me esfuerzo entonces por en­tre­gar todo mi amor a Dios, ¿no es de esperar que con el tiempo se genere una cierta reserva para con esa mujer? Cuando en las tentaciones se produce alguna alteración física, entonces se hace especialmente necesario aplicar el método positivo. Con el tiempo todas esas tentaciones deben ser expulsadas del alma con la mayor rapidez posible. Vale decir, con la mayor celeridad posible el alma ha de apartar su atención de esas cosas, de lo contrario la concentración durante la lucha se enfocará más en lo físico y lo físico adquirirá mayor fuerza. Toda ocupación prolongada con esas cosas genera una predisposición para similares tentaciones posteriores que calen aún más en lo profundo. Pero si en cambio me empeño por concentrar todo mi ser en una gran meta, en un gran valor, ciertamente padeceré tentaciones, pero tendré una actitud positiva. Y ése es el único método correcto.

corresponde, ni por (libre elección de la) vocación, ni por respeto a la mujer en cuestión, en la situación que se encuentre.

También hay que reconocer que algunos seminaristas y sacerdotes, sabiéndose objeto de atracción por parte de la mujer, corren el peligro de jugar con esos sentimientos nobles de parte de ellas; coquetean con ellas. Hay que cuidarse de no caer en ser galanes ni seductores.

En general creo que se puede afirmar que el sacerdote y también el seminarista es normalmente un hombre atractivo para la mujer (dejamos fuera a su madre y posibles hermanas), pues encarna (o debería encarnar) muchos valores que toda mujer busca encontrar en un varón y no siempre los haya en su hombre, por ejemplo: el respeto, la caballerosidad, lo religioso, culto, sencillo, etc.

Lo dice Rossetti de otra forma: “la rabia consolidada es el combustible que alimenta una perversión sexual en la vida.”1

Tienes que dar un paso más.
No sólo tienes que amar a tus alumnos, sino hacerles sentir que los amas”

Don Bosco decía:

“¿Quieres que se te obedezca? Haz que se te ame. ¿Quieres ser amado? Pues bien, entonces ama.Pero no es suficiente aún.

Explicado etimológicamente, es la incapacidad de expresar o decir los sentimientos.