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Libros
Andrew Pettegree,Arthur Der Weduwen

Bibliotecas

Una fascinante exploración de la historia de las bibliotecas y de las personas que las construyeron, desde el mundo antiguo hasta la era digital. Famosas en todo el mundo conocido, celosamente guardadas por coleccionistas privados, construidas a lo largo de siglos, destruidas en un solo día, ornamentadas con pan de oro y frescos, o llenas de sacos de judías y dibujos infantiles: la historia de las bibliotecas es rica, variada y está repleta de incidentes. Los historiadores Andrew Pettegree y Arthur der Weduwen nos presentan a los anticuarios y filántropos que dieron forma a las grandes colecciones del mundo, trazan el ascenso y la caída de las modas literarias y revelan los delitos y faltas cometidos en la búsqueda de manuscritos singulares. Al hacerlo, revelan que, si bien las colecciones en sí son frágiles y a menudo se arruinan en pocas décadas, la idea de la biblioteca ha sido notablemente resistente, ya que cada generación crea —y rehace— de nuevo la institución. Bellamente escrito y profundamente investigado, Bibliotecas es una lectura esencial para amantes de los libros, coleccionistas y, en general, cualquiera que alguna vez se haya perdido felizmente entre librerías.
822 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2024
Año de publicación
2024
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Opiniones

  • Gourmetmusicalcompartió su opiniónhace 6 meses
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Citas

  • Valeria Villaloboscompartió una citahace 4 meses
    Tenemos noticias de más de cuatrocientas mujeres copistas activas en conventos alemanes medievales, algunas de las cuales eran expertas, muy demandadas para proyectos de peso, mientras que otras podían producir a lo largo de su vida apenas una o dos obras, destinadas fundamentalmente a sus propias necesidades espirituales
  • Valeria Villaloboscompartió una citahace 4 meses
    Fue mérito de Carlomagno no concentrar la producción de libros en el entorno de su propia corte y permitir que siguiera siendo práctica habitual de los monasterios, asegurando de este modo que la costumbre del estudio y la actividad copista sobreviviera al periodo de inestabilidad política que siguió a la muerte del emperador.
  • Valeria Villaloboscompartió una citahace 4 meses
    Un gobierno eficaz dependía también de una comunicación eficaz; en el vasto imperio de Carlomagno, la comunicación dependía cada vez en mayor medida de la escritura, lo que exigía una lengua estandarizada.[48] En el año 784 Carlomagno escribió a todos los monasterios y obispos de su reino, a los que señaló que consideraba «útil que los obispados y monasterios dediquen sus esfuerzos al estudio y a la enseñanza de la literatura». Alababa el celo de los monasterios, pero señalaba que las cartas que había recibido de ellos a menudo mostraban su pobre dominio del latín. En un decreto publicado cinco años más tarde, el emperador aborda específicamente la necesidad de escuelas adecuadas donde los niños pudieran aprender a leer, así como la pertinencia de que los monasterios hicieran mejores libros, «porque con frecuencia algunos desean rezar a Dios debidamente, pero rezan mal por la incorrección de los libros».[49]
    La proliferación de estos libros, «incorrectos» a ojos de Carlomagno, impulsó un intenso periodo de producción y circulación de libros sin igual en la historia europea desde los días del Imperio romano.

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