considerar hasta qué punto los paisajes, en términos más generales, son productos de un diseño involuntario, es decir, de la superposición de diversas actividades de creación de mundos por parte de numerosos agentes distintos, humanos y no humanos. Este diseño resulta manifiesto en el ecosistema del paisaje. Pero ninguno de los agentes que intervienen en él ha planificado ese efecto. Los humanos se unen, así, a otros organismos en la creación de paisajes de diseño involuntario