Sylvia Plath

Poesía completa

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  • Alma Velarde Ruizcompartió una citahace 5 años
    Los juncos del verano pasado están grabados en hielo,
    como tu imagen en mi mirada
  • Kiara Steffanycompartió una citahace 22 días
    Porque Plath, como Trakl o Pizarnik, no debe en absoluto su fama al hecho de haberse quitado la vida sino a que en su obra los acontecimientos están absorbidos, transfigurados por la función universalizadora del mito, y a que fue una poeta cuya imaginación, inteligencia, lenguaje, oficio y apertura al inconsciente alcanzaron un extraordinario grado de desarrollo. Virtudes que tan sólo podemos hallar en los grandes creadores.

    ...

  • Sofi An Cruzcompartió una citahace 4 meses
    Una pantera macho me ronda, me persigue:
    Un día de éstos al fin me matará.
    Su avidez ha encendido[19] los bosques,
    Su incesante merodeo es más altivo que el sol.
    Más suave, más delicado se desliza su paso,
    Avanzando, avanzando siempre a mis espaldas.
    Desde la esquelética cicuta, los grajos graznan estrago:
    La caza ha comenzado; la trampa, funcionado.
    Arañada por las espinas, ojerosa y exhausta[20],
    Atravieso penosamente las rocas, el blanco y ardiente
    Mediodía. En la roja red de sus venas,
    ¿Qué clase de fuego fluye, qué clase de sed despierta?
    La pantera, insaciable, escudriña la tierra
    Condenada por nuestro ancestral delito,
    Gimiendo: sangre, dejad que corra la sangre.
    La carne ha de saciar la herida abierta de su boca.
    Afilados, los desgarradores dientes; suave
    La quemante furia de su pelaje; sus besos agostan,
    Dan sed; cada una de sus zarpas es una zarza;
    El hado funesto consuma ese apetito.
    En la estela de este felino feroz,
    Ardiendo como antorchas para su dicha,
    Carbonizadas y destrozadas, yacen las mujeres,
    Convertidas en la carnaza de su cuerpo voraz.
    Ahora las colinas incuban, engendran una sombra
    De amenaza. La medianoche ensombrece el tórrido soto;
    El negro depredador, impulsado por el amor
    A las gráciles piernas, prosigue a mi ritmo.
    Tras los enmarañados matorrales de mis ojos
    Acecha el ágil; en la emboscada de los sueños,
    Brillan esas garras que rasgan la carne,
    Y, hambrientos, hambrientos, esos muslos recios.
    Su ardor me engatusa, prende los árboles,
    Y yo huyo corriendo con la piel en llamas.
    ¿Qué bonanza, qué frescor puede envolverme
    Cuando el hierro candente de su mirada me marca?
    Yo le arrojo mi corazón para detener su avance,
    Para apagar su sed malgasto mi sangre, porque
    Él lo devora todo y, en su ansia, continúa buscando comida,
    Exigiendo un sacrificio absoluto. Su voz
    Me acecha, me embruja, me induce al trance,
    El bosque destripado se derrumba hecho cenizas;
    Aterrada por un anhelo secreto, esquivo
    Corriendo el asalto de su radiación[21].
    Tras entrar en la torre de mis temores,
    Cierro las puertas a esa oscura culpa,
    Las atranco, una tras otra las atranco.
    Mi pulso se acelera, la sangre retumba en mis oídos:
    Las pisadas de la pantera lamen los peldaños,
    Subiendo, subiendo las escaleras.
  • Sofi An Cruzcompartió una citahace 4 meses
    Dans le fond des forêts votre image me suit
  • Sofi An Cruzcompartió una citahace 4 meses
    Así, pues, según el orden establecido por S. P., Ariel debía empezar con la palabra “amor” y acabar con la palabra “primavera”, como ya dijimos. Lo cual indica que este libro es sobre todo la obra de alguien que lucha por renacer, no que se deja morir —a pesar de que la poeta, en su día más negro, se quitase la vida.
  • b1441324158compartió una citael año pasado
    la sangre ágil,

    Espoleada por el momento
  • b1441324158compartió una citael año pasado
    Aquí no hay más alto tribunal

    Que el rojo corazón de un hombre”.
  • b1441324158compartió una citael año pasado
    DIÁLOGO ENTRE UN ESPECTRO Y UN SACERDOTE
  • José Ricardo Ticante Ramírezcompartió una citahace 2 años
    169. PALABRAS OÍDAS CASUALMENTE POR TELÉFONO[532]
  • José Ricardo Ticante Ramírezcompartió una citahace 2 años
    99. DOS ATISBOS EN UNA SALA DE AUTOPSIA[244]
    I
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