Nosotros no éramos más que la preparación, la envoltura, para el encuentro de los pasados que se produce a través de nosotros pero que ya forma parte de otra historia, de la historia del después: los encuentros siempre se producen antes y después de nosotros y en ellos actúan los elementos de lo nuevo a nosotros vedados: el azar, el riesgo, lo improbable.