Todo lo que te llama la atención tiene un propósito. A veces lo sabes desde el primer momento, y a veces no tienes idea de por qué te atrae.
Lo que sé es que la curiosidad tiene motivos serendipitosos (inesperados pero afortunados). Te va haciendo cada vez más evidente el porqué de las cosas que te interesan.
Hasta que llegas a un momento donde te queda tan claro que hasta se te pone la piel chinita. Como piezas de un rompecabezas que parece incompleto y que de pronto encajan perfecto.