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Sylvia Molloy

  • Montserrat Montes de Ocacompartió una citahace 3 meses
    Recuerdo estas palabras de mi infancia, en tardes en que hacía los deberes y escuchaba hablar a mi madre y a mi tía que cosían en el cuarto contiguo. Reproduzco este desorden costurero en su memoria.
  • Montserrat Montes de Ocacompartió una citahace 3 meses
    Este es un territorio peligroso, lo sé. Con la enfermedad no se juega, ni para contar sus visitas. Acaso debería callar. Pero hoy me duele el costado derecho y estoy desganada y tengo el cuerpo muy presente. Hoy me siento enferma.
  • Montserrat Montes de Ocacompartió una citahace 3 meses
    El placer retórico de perfeccionar lo que habrán farfullado (o no) los hombres célebres (porque nunca las mujeres, salvo Juana de Arco) al sentir que morían, “Muero contento, hemos batido al enemigo”, “¡Ay, patria mía!”, “España, voy a España” o su alternativa menos comprometida, “Palais Royal”, “Más luz”, “Bajen la luz”, o “Rosebud”, es innegable.
  • Montserrat Montes de Ocacompartió una citahace 3 meses
    De esas excursiones poco recuerdo. En general me resistía a ir, quería quedarme en casa, terminaba por dejarme convencer, por las buenas o por las malas. Mi única preparación era llenar una bolsa de libros por si en algún momento del viaje me dieran ganas de leer.
  • Montserrat Montes de Ocacompartió una citahace 2 meses
    Y también lo presiento en el ladrido desolado de un perro que me llega desde el fondo de manzana, que es el ladrido de aquel perro de la casa del fondo, en Olivos, que ladraba de tarde cuando tenía frío. Estoy en Buenos Aires, me digo, estoy en casa de mis padres. No, no me he ido. Está refrescando, mejor que entre.
  • Pablocompartió una citahace 3 meses
    Nos explicó prolijamente donde estaba sentado Trotsky, donde, detrás de él, estaba de pie Mercader, “el traidor de la humanidad”, y cómo había sido el golpe fatal. Nos dijo que Trotsky había gritado; que desde el cuarto vecino había acudido Natalia Sedova, su mujer, para auxiliarlo; que Trotsky había alcanzado a decirle, antes de que lo llevaran al hospital donde murió (y aquí la muchacha ahuecaba la voz): “Esta vez lo han logrado, Natalia, pero seguirá viviendo nuestra causa que es la causa de todos los pueblos” etc. etc. Me encantó ese dudoso parlamento final enunciado con tanto sentimiento, parlamento para el cual Trotsky hubiera necesitado mucho más aliento del que sin duda disponía después de la certera puñalada de Mercader.
  • Grecia T.compartió una citahace 2 años
    Sylvia Molloy compone un libro inolvidable, considerado ya por muchos un clásico de la literatura argentina, en el que reconstruye el derrotero de una vida, nunca total y definitiva, sino más bien amorosamente hilvanada
  • Mariana Peregrinacompartió una citahace 3 meses
    Recuerdo que el 4 de junio de 1943 mi madre me fue a retirar del colegio, no me dejó jugar en el jardín, y me hizo entrar, a pesar de que había un sol radiante. Miraba al cielo, como buscando aviones, mientras me empujaba apurada hacia la puerta de casa. Pensé que nos estaban por bombardear, como en Europa. Oí por primera vez el nombre de Perón.
  • Mariana Peregrinacompartió una citahace 3 meses
    Ser monolingüe parecía pobreza.
  • Mariana Peregrinacompartió una citahace 3 meses
    las guerras son máquinas productoras de kitsch porque de otro modo su recuerdo sería intolerable
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