Elena Armas

¿Se está autoinvitando a la boda de mi hermana? ¿Como mi acompañante? ¿Por qué

La arrastró por la mesa de roble.
Muy despacio. Después asintió con la cabeza.
Maldito rencoroso de ojos azules.
Le dediqué una sonrisa falsa porque la otra opción era atravesar la sala y tirarle encima todo el contenido de la jarra. De nuevo. Pero esta vez a propósito.

En mis brazos te siento completa. Y yo me siento como si hubiera llegado a casa

no puedo obligarte a que me ames lo suficiente como para darnos una oportunidad.

Lo que me pidas es tuyo. Soy tuyo.

–Ella es la mujer con la que planeo pasar el resto de mi vida. Me aferraré a ella todo lo que me permita.

–Ella es la mujer con la que planeo pasar el resto de mi vida. Me aferraré a ella todo lo que me permita.

–¿Crees que funcionará, Catalina? –preguntó mi futuro esposo.

—Deja de ser tan terca —dijo.

—Nunca has necesitado a nadie para librar tus batallas, Catalina. Esa es una de las cosas que más respeto de ti.