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José Ignacio de la Torre

  • Melanie Garcíacompartió una citahace 2 años
    El mundo grecorromano no va a ser diferente, tal y como atestiguan los numerosos dioses relacionados con la salud y la medicina. El más conocido de todos ellos fue el griego Asclepio (Esculapio para los romanos), al cual se le construyeron un sinfín de santuarios a lo largo y ancho del mundo clásico; pero no fue al único, el sincretismo religioso romano hizo que se aceptasen como propios dioses ajenos «romanizándoles» de modo que se convertían en una variante local de algún gran dios principal.
  • Melanie Garcíacompartió una citahace 2 años
    Así, Esculapio se va a transformar en una pareja de hermanos, Cosme y Damián, considerados santos patrones de la cirugía, quienes fueron martirizados por el emperador Diocleciano a finales del siglo III d. C.
  • Melanie Garcíacompartió una citahace 2 años
    Como dijimos son tiempos en los que medicina y religión/superstición van de la mano, y se consideraba que una enfermedad podía tener tanto causas médicas como ser provocada, por ejemplo, por un mal de ojo.
  • Melanie Garcíacompartió una citahace 2 años
    Galeno de Pérgamo. Su solo nombre se ha convertido en sinónimo de médico.
  • Melanie Garcíacompartió una citahace 2 años
    Galeno tendrá oportunidad de enfrentarse a la peste en el año 166 d. C. , una epidemia de origen oriental llegó a Roma portada principalmente por los soldados romanos, que al mando del co-emperador Lucio Vero, habían estado combatiendo en Oriente Medio contra los partos. En sus libros, Galeno describe los síntomas de los enfermos destacando una gran inflamación de los ojos, enrojecimiento muy fuerte del interior de la boca y de la lengua, sufrimiento por el paciente de una enorme sed, sensación de abrasamiento interior, enrojecimiento de la piel, tos violenta, erupciones y fístulas, todo seguido de diarrea y agotamiento físico. Hoy en día estudios modernos consideran que se trataba de la enfermedad de la viruela
  • Melanie Garcíacompartió una citahace 2 años
    En el año 541 la peste apareció en Pelusio,
  • Melanie Garcíacompartió una citahace 2 años
    «Ordenó que se ofreciera una letanía a siete voces, pero mientras estaban implorando a Dios, ochenta de ellos en el espacio de una hora cayeron repentinamente a la tierra y entregaron su espíritu. La letanía séptuple fue llamada así porque toda la gente de la ciudad fue dividida por el bendito Gregorio en siete partes para interceder ante el Señor. De hecho, en la primera parte se encontraba todo el clero; en la segunda, todos los abades con sus monjes; en la tercera, todas las abadesas con sus monjas; en la cuarta, todos los niños; en la quinta, todos los hombres laicos; en la sexta, todas las viudas; en la séptima, todas las mujeres casadas».
  • Melanie Garcíacompartió una citahace 2 años
    Si la Teología explicaba todo, incluidas las enfermedades y la curación, ¿cómo justificaba la enfermedad? Para los teólogos, las dolencias eran consecuencia inexorable del pecado, es decir, un castigo, pero también podía ser una prueba de Fe, una oportunidad dolorosa de reafirmarse como miembro de la comunidad cristiana. Aunque pudiera parecer lo contrario, ambas posibilidades no son incompatibles. Lo mismo sucedía con otras muchas creencias, había una débil frontera entre el misticismo y la herejía, entre el Bien y el Mal. En realidad, todo dependía del punto de vista.
  • Melanie Garcíacompartió una citahace 2 años
    a enfermedad del pecado solo puede ser curada a través de la práctica religiosa y de ninguna otra forma. Gracias a esta curación, reservada exclusivamente al mundo eclesiástico, el hombre podía alcanzar la Salvación y la Vida Eterna. Por otro lado, la curación del cuerpo gracias a la práctica médica, tan solo conseguía alargar su vida un tiempo más, pero al final siempre tenía que enfrentarse al hecho de la muerte.
  • Melanie Garcíacompartió una citahace 2 años
    En resumidas cuentas, la peste se veía como la reacción de Dios, un castigo intencionado y premeditado, y solo la reconciliación con Dios, vía Iglesia, podía aplacar dicha ira. Así lo verá Giovanni Villani, cronista florentino que narrará la peste negra en su ciudad y de la que él mismo acabará siendo víctima: «debemos creer y tener por cierto que Dios permite las mencionadas pestilencias y las restantes desdichas que caen sobre los pueblos, las ciudades y las regiones, como castigo de los pecados, y no solamente por el curso de los planetas y de las estrellas».
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