Alejandro González

  • Juan Díazcompartió una citael año pasado
    un país capaz de producir cuerpos audaces en su gracia

    y de una elevación espiritual tan tentadora

    debía de ofrecer muchas revelaciones capitales
  • Elsa Escobedocompartió una citael año pasado
    teatro es un género literario peculiar: se escribe en un planeta y se representa en otro
  • Elsa Escobedocompartió una citael año pasado
    La literatura es un lugar en el que llueve
  • Elsa Escobedocompartió una citael año pasado
    este país quienes leemos en serio acabamos por conocernos tan bien que nos tememos. No es fácil prestarle libros a alguien que los ama lo suficiente para no devolverlos. Entre perder una amistad y perder un libro, cualquier bibliófilo prefiere perder una amistad.
  • Andrea Ortizcompartió una citahace 4 meses
    llamada cefalea de Horton, otro de los nombres que recibe la migraña en racimos.
  • Andrea Ortizcompartió una citahace 4 meses
    Son muchas veces consecuencia de un mal día, de una indigestión alcohólica o de un sueño deficiente, pero también de un modo de vida que abarca la interacción del individuo con el exterior.
  • Andrea Ortizcompartió una citahace 4 meses
    entre un dolor de cabeza y otro –llamémosles también por el momento jaquecas o migrañas– puede haber tanta diferencia como la hay entre dos seres que surcan el cielo: un papalote y un trasbordador espacial.
  • Andrea Ortizcompartió una citahace 4 meses
    Su nombre destaca uno de sus síntomas más agresivos, el dolor de cabeza unilateral,2 y su frecuencia (los racimos se refieren al agrupamiento de los ataques).
  • Andrea Ortizcompartió una citahace 4 meses
    EL CLUB DE LOS OJOS ROJOS

    La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara. A todos, al nacer, nos otorgan una doble ciudadanía, la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar.
    SUSAN SONTAG

    La enfermedad y sus metáforas

    La migraña en racimos1 es un padecimiento que apenas sufren diez de cada cien mil personas, de las cuales ocho o nueve son de sexo masculino. Es tan escasa su incidencia, comparada con otro tipo de cefaleas y migrañas, que existe poco interés por parte de los laboratorios farmacéuticos en hacer estudios que conduzcan a la búsqueda de remedios específicos: no reúne aún los méritos necesarios para formar parte del saludable y próspero negocio de la enfermedad. Tampoco les parte mucho la cabeza a los neurólogos, ya que bien pueden no toparse con un solo caso de estos a lo largo de su vida profesional, o bien, si así fuera, asimilarlo a otros más comunes y manejables desde un punto de vista terapéutico o incluso derivarlo hacia el consultorio de un psiquiatra o un psicólogo. Sucede lo mismo con las instituciones de salud y seguridad social: no lo tienen registrado como un mal que afecte al individuo común y, por lo tanto, no es sujeto de un tratamiento particular y mucho menos causa de incapacidad laboral. Su respuesta a veces resulta ofensiva: se trata tan sólo de un simple dolor de cabeza.
    La migraña en racimos es ante todo un conjunto de dolencias y trastornos fisiológicos. Su nombre destaca uno de sus síntomas más agresivos, el dolor de cabeza unilateral,2 y su frecuencia (los racimos se refieren al agrupamiento de los ataques). Los demás elementos que ayudan a reconocer la cefalea de Horton, aunque no siempre estén todos presentes, son varios: lagrimeo, congestión nasal (rinorrea), caída de párpado (ptosis), sudoración facial, náuseas, contracción de la pupila (miosis), irritabilidad e intolerancia exagerada hacia la luz y el sonido (fotofobia y fonofobia), entre otros.
    La hemicránea se refiere sobre todo al dolor unilateral de cabeza. Pero, para ser precisos, habría que decir que la migraña en racimos se caracteriza por ser un dolor intenso en una mitad del cráneo, en todos los puntos que están bajo la influencia del nervio trigémino
  • Andrea Ortizcompartió una citahace 4 meses
    De la misma manera abrupta e inexplicable el dolor desaparece, aunque sólo por un tiempo, ya que el evento se repetirá entre una y doce veces más durante el día y por unas cuantas semanas o hasta cuatro meses (a menos de que se trate de su manifestación crónica, que puede convertir los racimos en viñedos que duran entre seis meses y varios años).
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