Ellos se entendían así, pensó Naima, porque, si no, cómo harían para ordenar las pequeñeces domésticas, cómo habrían hecho en los inicios para plantear las preguntas que requieren una respuesta de nuestros potenciales compañeros de vida: el calibre del cariño, la inexistencia de Dios, el origen de las heridas de la infancia, los amores antiguos que siguen atravesados. Se entenderán, pensó Naima, aunque yo no los entienda desde aquí