Violeta Boyd

Al abrirlos, me di cuenta de lo ridícula que me veía deseando algo que no llegaría.

algunos tenemos la habilidad de fijarnos en las personas menos indicadas.

A decir verdad, nunca me gustó que alguien me viese lloriquear, solo lo hacía frente a personas muy queridas... o en casos muy puntuales,

Ya lo digo yo. El amor es como una función de fuegos artificiales. Comienza con un sentimiento de ansiedad que te hace querer apreciarlos, te dan curiosidad. Se dispara de forma impredecible, sube y estalla. Enseña sus formas y colores, te transmite una inquietud casi adictiva, luego, se va apagando lentamente.

—¡Si sabes qué maldiciones pasa con el inhumano de Felix

la venganza no era buena, sino un camino errado para recomponer algo roto

El amor es como una función de fuegos artificiales. Comienza con un sentimiento de ansiedad que te hace querer apreciarlos, te dan curiosidad. Se dispara de forma impredecible, sube y estalla. Enseña sus formas y colores, te transmite una inquietud casi adictiva, luego, se va apagando lentamente.

El amor es como una función de fuegos artificiales. Comienza con un sentimiento de ansiedad que te hace querer apreciarlos, te dan curiosidad. Se dispara de forma impredecible, sube y estalla. Enseña sus formas y colores, te transmite una inquietud casi adictiva, luego, se va apagando lentamente.

Creo que algunos tenemos la habilidad de fijarnos en las personas menos indicadas. Ese fue mi caso: sola, sin paraguas, lágrimas que se mezclaban con la lluvia, con principio de hipotermia y el corazón hecho añicos, mientras comparaba las gotas con puñaladas, hasta que llegó ese momento en que no sentí más que el lejano sonido de la lluvia adormeciéndome

la vida continuaba.
La lluvia cesó.