Elizabeth había vivido siempre con esa impresión. Nunca había sido juzgada por sus actos, sino por los de los demás. En el pasado había sido la hija de un pirómano, la hija de una esposa en serie, la hermana de un homosexual suicida y la alumna de un célebre viejo verde. Ahora era la novia de un químico famoso. Pero nunca había sido simplemente Elizabeth Zott.