Las habilidades que los niños muy pequeños tienen para el lenguaje, la aritmética, la lógica o la estimación de probabilidades demuestran la existencia de intuiciones precoces y abstractas sobre las cuales debe apoyarse la enseñanza. Todas ellas se potencian si se enfoca la atención, se adopta un compromiso activo, se reconocen y rectifican los errores (lo que se conoce como feedback) y se practica un ciclo de experimentación durante el día y de consolidación a la noche.