Gabriel Pacheco

Tantas maneras de decir nunca más, pero la ausencia queda intacta.

Al saber que voy a dejar esta casa donde me han acogido como a una huérfana para irme a vivir sola, dos personas me han comparado con un perro.

Yo sé dónde empezó y cuál es el nombre de mi angustia.

Tú has muerto. La agonía soy yo

Ando a cuestas con tu vida en la mía.
Fantasma, ánima sola, llevo en mí tu máscara mortuoria, para vivir

Mordí una, muy dulce, pero al abrirla por la mitad, asomó la cabeza oscura e inquieta de un gusano. Como la esperanza

Y pese a todo, no puedo lamentarme.
Me fue dado amarte.
Me fue dado verte partir.
No hay saldos

Pulverizado tu cuerpo. Y tus ojos polvo y tu piel en el aire y tu pelo en el aire y polvo todo.
Pulverizado el amor

Cenizas es tu nuevo nombre.
Mi sangre, tus cenizas

Si al menos hubieran tenido un hijo», dice en un suspiro.
Así que soy un cuenco.
Algo vacío.
Mi vientre está plano