debemos cometer el error que la mayoría de los escritores cometen en esta fase del trabajo. En lugar de plantear un único principio fundador, escogen un género y lo imponen en la premisa y, después, fuerzan la historia haciendo que se sucedan los acontecimientos típicos del género que han escogido. El resultado es una ficción mecánica, genérica y nada original.
El principio fundador lo encontramos extrayéndolo de la sencilla premisa que consta de una frase, la que tenemos frente a nosotros. Al igual que hace un detective, «inducimos» la forma de la historia desde la premisa.