Yo, gracias a Abril, había descubierto la inteligencia de los gatos, el teatro independiente de calidad, el esoterismo, el squirteo, las charlas sin puntos ni comas, el sin sentido de las rutinas y el mundo del hampa. Abril, por su parte, se había sorprendido cuando le leí Bonsái en voz alta, cuando le mostré un video de Cory Henry en Youtube y cuando le recité de memoria fragmentos de películas mexicanas. Esa noche los dos íbamos a descubrir el mundo del boxeo