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Nikos Kazantzakis

  • Kevs Crowleycompartió una citahace 9 meses
    Poseían una ley propia, que era como una bestia de diez cuernos, devoradora de hombres. ¿Por dónde golpearlos? ¿Cómo subyugarlos? No temían a la muerte. Y quien no teme a la muerte —el centurión había reflexionado sobre esto a menudo, allí en Oriente—, quien no teme a la muerte es inmortal.
  • Kevs Crowleycompartió una citahace 9 meses
    —Más vale ser la madre del crucificador —murmuró— que la del crucificado.
  • Kevs Crowleycompartió una citahace 9 meses
    No es vergonzoso sentir hambre, muchacho, del mismo modo que no lo es sentir sed o amor. Dios nos da todo eso. Vaya, acércate; no tengas vergüenza.
  • Kevs Crowleycompartió una citahace 9 meses
    o sabes que Dios no está en los monasterios, sino en las casas de los hombres? Dios está presente allí donde hay un hombre y una mujer, donde hay niños, preocupaciones, una cocina, disputas, reconciliaciones. No escuches lo que dicen los eunucos, pues para ellos las uvas están demasiado verdes, tenlo por seguro… El verdadero Dios es el Dios de que te hablo, el de las casas y no el de los monasterios. A ése hay que adorar. ¡El otro es para los eunucos y los perezosos!
  • Kevs Crowleycompartió una citahace 9 meses
    Yo no quiero, dice Dios, no quiero oraciones ni ayunos. ¡Quiero carne! Eso significa: ¡quiero que me deis hijos!
  • Kevs Crowleycompartió una citahace 9 meses
    Abrís los libros de los profetas y vuestros ojos no pueden leer más que letras. Pero ¿qué pueden decir las letras? Son las negras rejas de la prisión donde el espíritu se asfixia y clama. Entre las letras y las líneas y alrededor de los blancos márgenes, circula libremente el espíritu. Yo vuelo con él y os traigo la gran nueva: ¡monjes, primero batieron las alas y enseguida se presentó el ángel!
  • Kevs Crowleycompartió una citahace 9 meses
    n el comienzo, padre Habacuc, fue la pasión de la libertad; la libertad no existía pero de pronto, desde el fondo de la servidumbre, un hombre agitó los brazos cargados de cadenas, nerviosa, violentamente, como si fueran alas. Luego otro hizo lo propio, y luego otro hasta que todo el pueblo lo imitó.
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