Según la historia de la tienda roja, las mujeres, al comenzar su sangrado, entraban en ella para reposar de las actividades que la vida cotidiana les requería, favorecer la purificación de cuerpo y mente y permitir la regeneración de la esencia para el nuevo ciclo. Este aislamiento era voluntario y su fundamento consistía en honrar a la Madre Tierra y a los ciclos de la vida.