todo aquel que piensa, que le tiene amor a la vida, que desea hallar algo perdurable, tranquilidad, bienestar o hasta dicha —lo confiese o no; lo niegue apasionadamente, o lo afirme con sinceridad o hipocresía— es que está profundamente preocupado por Dios o por la ausencia de él, lo que en ciertos momentos viene a ser una misma cosa.