Reynaldo Sietecase

  • Elizabeth Alvarez Josécompartió una citael año pasado
    Y aunque aún no tuviera formados los oídos, podía premoldearlos con las cosas elevadas de este mundo.
  • Elizabeth Alvarez Josécompartió una citael año pasado
    las vías misteriosas del deseo materno: puede recaer en el hijo equivocado.
  • Elizabeth Alvarez Josécompartió una citael año pasado
    Una vez que aprendí a girar la llave, saqué los libros uno a uno. Los usé de juguete, de carrito para treparme, de babero ensalivado, me les acerqué sin entenderles. Quizás mis padres estaban muy ocupados cocinando, limpiando o peleándose, ninguno me lo prohibió. Después los abrí, pasé las páginas y señalé las figuritas y esperé. Quieres saber qué dice, ¿no? Y me leían. Es una ba-lle-na. Azul sonriente atravesaba el aire por encima de un charco. Este es el sol. La hormiga. El agua de azahar. El remedio. El flotador. El pacae.
  • Elizabeth Alvarez Josécompartió una citael año pasado
    Una de las mayores sorpresas de la infancia es descubrir que nadie puede saber lo que estás pensando…
  • Elizabeth Alvarez Josécompartió una citael año pasado
    Visitaba la biblioteca del colegio y me prestaba un libro nuevo cada día. Leía boca abajo en la cama, yéndome sin irme, la mente de viaje, en la antípoda de la ciudad o por fuera de la Tierra. Lecturas caóticas, antojadizas, sobrevivientes: debía quedarme en casa y necesitaba estar a la vez en otro lado. Subrayaba con lápiz alguna palabra nueva —delicada línea que borraba antes de devolver el libro— y la trasladaba a mi cuaderno bajo otra lista: “Palabras que quiero usar alguna vez”. En esa época, la persona que más me cuidó sin nunca saberlo fue Hane, la bibliotecaria.
  • Elizabeth Alvarez Josécompartió una citael año pasado
    Aprendí a releer pasajes difíciles y a seguir perdida, a memorizar las citas que me habían conmovido. Me abastecieron de
    ilusiones los años en que no pude nombrar mi tristeza en voz alta.
  • Elizabeth Alvarez Josécompartió una citael año pasado
    Correr solo me provocaba correr. Leer me provocaba otra cosa, leer me provocaba escribir. Como con las carreras, entrenar todos los días y tener la suerte de fracasar.
  • Elizabeth Alvarez Josécompartió una citael año pasado
    quien se va por mano propia se queda con la última palabra.
  • Elizabeth Alvarez Josécompartió una citael año pasado
    Apareció la escritura, me devolvió del vértigo, me repuso de la tentación de desaparecer.
  • Elizabeth Alvarez Josécompartió una citael año pasado
    La adultez se veía tan lejana, no encontraba más consuelo que leer, una forma dulce de la evasión, yo vivía en duelo, nada se me había muerto, todo a mi alrededor se estaba muriendo.
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