Sara Ladrón de Guevara

Tenochtitlan es una ciudad lacustre; Teotihuacan se encuentra en medio de un pequeño
valle; Monte Albán está en lo alto de cerros cuyas laderas fueron aprovechadas intensivamente; Palenque nace en la selva, Paquimé en el árido norte, El Tajín en los trópicos, vecina al mar; Xochicalco, sobre el cerro, vigila el valle y el cruce de caminos de abasto de las ciudades del valle de México; Tikal y Calakmul se yerguen como ciudades-estado en los extremos del mundo maya; Chichén Itzá en planicies calcáreas, y Tula, en las goteras del valle de México.

la noticia de su hallazgo por parte de Diego Ruiz en 1785

Mención aparte merecen dos arqueólogos que sucesivamente dedicaron su vida y sus esfuerzos a comprender y a dar a conocer el sitio de El Tajín: José García Payón y Juergen Brueggemann.

Efraín Huerta, quien publicó en 1963 el poema El Tajín

El Tajín se desarrolló entre el 800 y el 1200 de nuestra era.

podemos inferir una etapa preurbana y una posterior a la ocupación de El Tajín.

“Cultura del Tajín”.

En el caso de la arqueología veracruzana, el Totonacapan se ha ejemplificado como expresión de una falsa unidad en un territorio absolutamente diverso.

la divergencia sustancial en el plano urbanístico de ambas ciudades. Es más que evidente que en Teotihuacan todo se construye a partir de un claro eje norte-sur, marcado por la Calzada de los Muertos,
mientras que en El Tajín el trazo es aparentemente de un franco desorden en cuanto a alineaciones o calzadas

Una diferencia más con Teotihuacan es el culto a la personalidad de los gobernantes, pues en El Tajín los relieves dan cuenta de sus glorias y hazañas y registran sus nombres, mientras que en Teotihuacan no se han hallado representaciones de los Señores en el poder. Esto ha hecho pensar que acaso dicha ciudad fuese gobernada por un consejo. En cambio en El Tajín, al igual que han hecho la mayoría de las culturas del mundo, y en Mesoamérica entre los mayas, por ejemplo, se ensalza el poder, el linaje y las proezas de los jerarcas.