Dahlia Adler

Apenas me ha dado tiempo de tragarme el malvavisco cuando siento unos labios en los míos, dulces con un poco de sabor a chocolate. Solo un instante. Entonces sopla una brisa nocturna desde el mar y es como si nada hubiera pasado.

Ojalá la gente admitiera qué quiere cuando lo quiere.

Pensé que tendríamos la oportunidad de ser algo de verdad si vivíamos más cerca, pero no sabía cómo decirte que iba a venir. Y antes incluso de que volviera a verte, ya tenías novio. Y yo estaba aquí, atrapada, viéndote disfrutar de una vida perfecta que ya estaba completa sin mí. He intentado adaptarme, salvar lo que queda de mi amor propio y de este último año de instituto, pero estoy bastante segura de que estoy enamorada de ti y que debería volverme con mi madre. No puedo soportar que me sigas rompiendo el corazón.

Mira, no se me ocurre ninguna forma ingeniosa de decirte esto, pero hoy es mi última noche y paso de rodeos: lo único que me apetece es volver a tu casa y quitarnos la ropa. ¿Lo puedo decir?

Te ha pasado alguna vez que el interés amoroso de tus protagonistas acabe siendo un personaje que no habías previsto? Pregunto porque estoy escribiendo una novela y tenía planeada una pareja perfecta, pero a mi protagonista parece que le interesa más su compañera de piso que el chico.

Creo que merece la pena explorar la relación entre tu protagonista y su compañera de piso.

Tuve que contarle a mi madre que estoy loca por una chica, tuve que romper con Chase, tuve que contárselo a mis amigas… Ha sido un finde movidito, por decirlo de alguna manera.

Es verdad —murmura—. Estoy muy, muy enamorada de ti.

—Y yo de ti.

—Bueno, creo que con «novia» puedo hacer una excepción.

Es lo que pasa con los personajes: crees que los controlas tú porque no son más que ficción, pero lo cierto es que suelen tener voluntad propia