Pero es seguro que ante ti mis ojos no revelarán por qué guardo silencio y por qué mi laúd ha muerto.
Hacia nuevas tierras deberíamos partir:
tú hacia unos labios de dulces melodías,
y yo hacia el refugio de mi recuerdo estéril,
donde yacen los besos que nunca se dieron
y las canciones que nunca se cantaron.