Cuando una persona se dedica a amar nada más a otra e ignora al resto de sus semejantes (amigos, familia, etc.), esto no puede considerarse amor, sino una relación simbiótica, y algunas veces, hasta parasitaria. Pero sucede que la mayoría de las personas lo suponen y hasta lo dan por sentado: el amor está constituido por el otro (el objeto) y no por el amor en sí (la facultad). Más aún, creen absolutamente que el hecho de no amar más que a su pareja en turno es prueba de la magnitud de su amor, ¡vaya distorsión de la idea