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Maria Montessori

  • Ana Saenzcompartió una citahace 6 meses
    Por tanto, nosotras trabajamos solas porque los hombres todavía no nos comprenden, no nos escuchan y no prestan atención a esta nuestra nueva gran misión. Pero si un hombre es capaz de adecuar su mentalidad a los nuevos tiempos, y a la inteligencia científica une la social, se convierte en un apoyo natural de la causa femenina.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 6 meses
    Cuando hablaste con gracia femenina y con simple elocuencia, alguien gritó: «¡Señores, señores! Impidamos el voto femenino, porque las mujeres hablan mejor que nosotros, ¡y estaremos perdidos!».
  • Ana Saenzcompartió una citahace 6 meses
    La maternidad, si la consideramos desde el punto de vista clínico, es dolor y peligro de vida, pero si la consideramos en sí misma, ¡es creación! ¡Es redención, es renovación de la vida, es eternidad, es un misterio magnífico, es fuente perenne del único y verdadero amor, es la inocencia que nace del vivo vientre de la humanidad…!
  • Ana Saenzcompartió una citahace 6 meses
    El presupuesto para la maternidad ha sido congelado; ¿cómo? ¿No sabéis que el Parlamento italiano se ocupó de vosotras para vuestro bien? Diantres, leed mejor el cartel que hay en la puerta: ahí, debajo de «Cerrado por exceso de maternidad», hay otra frase más miserable: «Cerrado por pudor».
  • Ana Saenzcompartió una citahace 6 meses
    ¡Nosotras, no! ¿No sabemos hacer otra cosa que criticar con ligereza e ignorar fatalmente, y derrochar así nuestras preciosas fuerzas?

    No creo. Es la hora de actuar. Ya hemos sufrido bastante.

    Es la hora de cerrar filas, ir por nuestra cuenta y luchar.
  • maría fernanda almadacompartió una citahace 2 años
    entro de amplia repercusión que sirve para formar en Italia conciencias femeninas dignas de nuestro tiempo.
  • maría fernanda almadacompartió una citahace 2 años
    Vi estudiantes felices y serenas, y libres, moverse como en su propia casa entre los pabellones de las clínicas y los gabinetes anatómicos y zoológicos, y en sus clubs, donde se reunían para descansar tras las lecciones y para tomar el tradicional té.
    ¡Nosotras, no! ¿No sabemos hacer otra cosa que criticar con ligereza e ignorar fatalmente, y derrochar así nuestras preciosas fuerzas?
    No creo. Es la hora de actuar. Ya hemos sufrido bastante.
    Es la hora de cerrar filas, ir por nuestra cuenta y luchar.

    La Vita, 5 de mayo de 1907.
  • maría fernanda almadacompartió una citahace 2 años
    La educación de los hijos también se está convirtiendo en labor colectiva y en misión del Estado: el progreso de la higiene y de la pedagogía imponen una división del trabajo en la labor educativa, que ya no puede ejercer una sola persona y que requiere una preparación que no se le puede ni exigir a la mayoría de las madres, ni puede ser garantizada en el ámbito privado.
  • maría fernanda almadacompartió una citahace 2 años
    ¡Mujeres: alzaos! Vuestro primer deber en este momento es exigir el derecho al voto.
  • maría fernanda almadacompartió una citahace 2 años
    En otras naciones civilizadas, la ley permite votar en las elecciones a todo aquel que sabe escribir, excepto a los criminales, a los menores y a las mujeres. Las mujeres, incluidas las grandes filántropas inglesas y alemanas, incluida la descubridora del radio; todas: científicas, profesoras de universidad, médicas, novelistas, poetisas, periodistas, heroínas, artistas, comediógrafas; la gran masa de maestras y profesoras, de empleadas de teléfonos y telégrafos, de oficinistas, de comerciantes, de administrativas; la multitud de obreras, de campesinas; todas son fuerzas activas de las naciones y contribuyen útilmente a la colectividad, pero no tienen derechos civiles, como quien enloquece o delinque. Y, además, las mujeres son consuelo del hombre, fuentes inagotables del amor materno que purifica el espíritu; como un fuego sagrado, ¡así son las madres! Las engendradoras de la humanidad: son ellas las que arriesgaron su propia vida para traer seres humanos al mundo y se convirtieron en las protectoras del porvenir, pues cuidan tiernamente de la infancia y dan reposo a quien está cansado. «¡En el seno que nunca cambia tendrás reposo!».
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