Mauro Entrialgo

  • lilianaholguin123456compartió una citahace 3 meses
    a jóvenes, añade a un largo historial
  • Lucas Molina Muneracompartió una citahace 5 días
    Esto explica la aparentemente muy contradictoria propaganda sionista durante la limpieza étnica que el Estado de Israel está llevando a cabo en Gaza. Sus representantes políticos pueden presumir en una televisión israelí de estar convirtiendo la Franja en un solar sobre el que ya tienen preparados proyectos de urbanizaciones de chalets para nuevos colonos ilegales el mismo día que, en el programa de Risto Mejide, un representante de las IDF afirma que están esforzándose en realizar una «operación quirúrgica». En Twitter, a cada imagen de madres llorando con los cadáveres de sus bebés asesinados en brazos, los troles que operan a sueldo de Israel argumentan, con el abyecto hashtag #pallywood acompañado de emojis de llorar de risa, que se trata solo de actrices y muñecos. Pero la postura de sus embajadores ante dirigentes occidentales no se atreve a tanto y solo asegura que las víctimas colaterales son inevitables en cualquier conflicto y que Israel tiene «derecho a defenderse». En el mismo instante, en un canal de Telegram, un sádico oficial de las IDF comparte un vídeo grabado desde su propio carro de combate en el que se ve cómo arrastra por el suelo, atados con una cuerda a su vehículo, los restos del cadáver de un ser humano.
  • Lucas Molina Muneracompartió una citahace 5 días
    En la red social X, un periodista se pregunta por la motivación que puede llevar a los congregados a ovacionar a un individuo de una calaña moral tan poco ejemplar. Una cuenta anónima le responde con sinceridad malista. No defiende al rey emérito y sus pillajes con alguna gastada consigna justificatoria del tipo «son más sus luces que sus sombras». Confiesa con precisión el percal. Explica: «Se le aplaude a este por el asco que os tenemos a vosotros, que sois unos hijosdeputa y que os odiamos como a enemigos».
  • Lucas Molina Muneracompartió una citahace 5 días
    Algunos analistas políticos señalaron en los medios que Sánchez también había mentido algo, pero ninguno negó que Feijóo había soltado una cantidad de patrañas descomunal, jamás antes escuchada en boca de un solo candidato electoral en tan poca cantidad de tiempo. Pese a ello, con independencia de su afiliación ideológica, todos ellos estuvieron de acuerdo en una cosa: Feijóo había ganado el debate. Sánchez había mostrado un patente desconcierto y había sido incapaz de reconducir la embrollada refriega verbal hacia un intercambio de ideas cabal. Ergo había perdido. Es como si en un combate por un título de boxeo, el aspirante atizara al adversario con un bate de béisbol y todos los comentaristas deportivos le otorgaran la victoria por el colapso de su contrincante, sin reparar en los métodos utilizados. En la nueva percepción malista de la pelotera política no se descalifica al tramposo. Mentir es solo una herramienta más: gana quien reparte más fuerte.
  • Lucas Molina Muneracompartió una citahace 4 días
    Un indicativo del desplazamiento del marco de debate a enloquecidos encuadres ultras es la forma en que ha cambiado en la última década nuestra percepción de algunas voces públicas conservadoras. Hemos aplaudido a Angela Merkel por ser capaz de mantener un posicionamiento ético decente ante las crisis de refugiados, a Juan Manuel de Prada por atreverse a llamar terrorismo al terrorismo sionista, a Aitor Esteban por su tono cordial en un debate parlamentario exaltado, a Josep Borrell por decir claramente que Israel ha provocado una hambruna como arma de guerra, al papa Francisco por asegurar que la homosexualidad no es delito o a Ramoncín por señalar la evidente inmoralidad de las comisiones millonarias arrampladas por el novio de Ayuso a una empresa que obtiene contratos millonarios de la Administración de la propia Ayuso. En suma, hemos rebajado tanto nuestras expectativas que nos conformamos con exposiciones de hechos objetivos y posiciones decorosas mínimas. La simple verdad sin reinterpretaciones chifladas en la conversación pública se nos antoja una singularidad que merece ser alabada, comentada y difundida. Cómo estarán las cosas para que, ante el enfrentamiento narrado unas líneas antes entre el abyecto predicador radiofónico malista por antonomasia y la descerebrada horda antivacunas, muchas personas hayamos llegado a empatizar con el primero.
  • ivan guecompartió una citahace 2 meses
    Esa endeble y tróspida justificación genera indignación y mofas,
  • Lucas Molina Muneracompartió una citahace 4 días
    Sería ardua labor recopilar, analizar y contextualizar todas las frases polémicas que ha soltado Isabel Díaz Ayuso desde que llegó a la primera fila política, procedente, por cierto, de una ocupación laboral en redes idéntica a la del calvo de los Bollycaos y para el mismo cliente. En ocasiones, sus exabruptos han parecido solo una forma de obtener espacio mediático, otras una descarada resurrección de debates populistas ultras que creíamos muy superados y, a menudo, simples cortinas de humo para ocultar desastres de gestión, casos de corrupción de su entorno o incluso su responsabilidad directa en la muerte de 7.291 personas mayores. Siempre, en mayor o menor medida, han servido a sus objetivos. Pero, sin embargo, resulta apreciable cierta escalada en el calibre de sus declaraciones. Las simples memeces con trasfondo ideológico poco rotundo —como «Los atascos son una seña de identidad de Madrid», «Por eso se llama COVID-19, porque es “Coronavirus, Diciembre, 19”» o «Madrid es España, Madrid es España dentro de España. ¿Madrid qué es, si no es España?»— han ido reduciéndose en el conjunto de su discurso en favor de la preponderancia de otras afirmaciones, superficialmente igual de chorras, pero en el fondo mucho más elaboradas. «Que el concebido no nacido sea considerado como un miembro más de la familia», «Cuando hablan de empleo basura me parece que es ofensivo para la persona que a lo mejor está buscando un empleo basura», «Un día de estos os vais de vacaciones y cuando volváis, como consideran que la casa está vacía, se la dan a los amigos okupas», o aquella ruindad nauseabunda de llamar «mantenidos subvencionados» a las personas que se vieron obligadas a agolparse en las colas del hambre durante la pandemia, forman parte del tipo de declaraciones que han acabado convirtiéndose en su arsenal malista habitual. Su elaborada mezcla de desinformación, desprecio por los desfavorecidos y provocación al adversario político sintetizada en consignas no es casual. La dosis de barbarie del espectáculo debe ser cada vez mayor para conseguir los mismos resultados ante una audiencia curtida en redes con una dieta rica en despropósitos.
  • Lucas Molina Muneracompartió una citahace 4 días
    Y no solo de justicieros. Cualquier macho heterosexual de ficción orgulloso de cometer delitos para satisfacer sus intereses particulares es apropiado para que la ralea de nuevos fachitas malotes que se pretenden transgresores se identifiquen con él. Robin Hood, no. Robar para ayudar a los demás traspasa todos los márgenes porque atenta contra la propiedad privada con un trasfondo buenista abominable que alude a la redistribución de la riqueza y a la justicia social. Por el contrario, el Jordan Belfort ficcionado de El lobo de Wall Street, que fue interpretado en la película por Leonardo DiCaprio, sí que mola. Robar para comprarse cochazos caros, financiar tu afición a la prostitución y poder meterte clenchas de farlopa en cantidades escalables, eso sí que resulta un modelo de conducta al que da gusto aspirar.
  • Lucas Molina Muneracompartió una citahace 4 días
    Tyler Durden, el narrador de El club de la lucha, padece un trastorno de identidad disociativo y es el creador de una secta machirula de majaretas sudorosos con la que aspira a convertirse en terrorista suicida. John Shelby, el líder de la pandilla mafiosa de Peaky Blinders, maneja su imperio criminal con mano de hierro, pero lo hace como obligado por las circunstancias y en ocasiones revela que también posee su corazoncito en escenas con música extradiegética sentimental. En Breaking Bad, cuando el profesor de Química Walter White descubre su cáncer, comienza a fabricar metanfetamina para poder costearse un tratamiento que le resulta inaccesible económicamente en un estado sin sanidad pública, pero poco a poco se va convirtiendo en un retorcido facineroso sin escrúpulos. Avatares con la imagen de todos ellos se repiten a gogó en cuentas de usuarios con mucha intención de parecer rebeldes y poca imaginación a la hora de elegir efigies alegóricas no explotadas hasta la saciedad.
  • Lucas Molina Muneracompartió una citahace 4 días
    En 2019, el largometraje Joker, dirigido por Todd Phillips, reelaboró por enésima vez —al margen de cualquiera de los cánones conocidos del Universo DC— el origen de este famosísimo payaso supervillano, némesis del hombre murciélago. La idea central no es originalísima, pero sí de flamante actualidad. Combina con ingenio la estructura de ficción del vengador ochentero comentada hace unos párrafos con la realidad de la comunidad incel del siglo XXI. La subcultura de los autonominados célibes involuntarios agrupa a jóvenes varones heterosexuales frustrados por no haber podido mantener nunca relaciones sexuales con mujeres. Achacan la culpa de esta circunstancia personal a varios factores, pero principalmente a las mujeres. En especial, a aquellas con las que han mantenido algún tipo de relación amistosa o sentimental, pero que, por lo que fuera, no les apeteció follar con ellos. De ese resentimiento surge un odio considerable por la humanidad que se exterioriza en distintos grados: desde la simple invectiva machista en streaming hasta el asesinato en masa con armas de fuego. Varios autores de conocidas matanzas se han autoclasificado en internet con anterioridad a sus crímenes bajo la etiqueta incel. En 2014, el veinteañero Elliot Rodger, que en distintas localizaciones de Isla Vista (California) acabó con la vida de cuatro hombres y tres mujeres, explicó en un vídeo que subió a YouTube las razones por las que creía que todo el mundo, excepto otros incels, merecía la muerte. Las mujeres, por rechazar sus proposiciones de fornicio, y los hombres sexualmente activos, por disfrutar de una existencia mejor que la suya. Se desconoce cómo, a la hora de elegir a qué varones apuñalar, fue capaz de distinguir entre los hombres con activa vida sexual y el resto.
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