Manuel Arranz

Como ya te he dicho, no tiene sentido jugarse toda una vida de felicidad por un instante de celos y rencor.

Tú has sido mi único amor; el resto sólo han sido amoríos. Tú has sido la única depositaria de mi gran virginidad.

Te reirás y me dirás que estoy mal entrenado para la desgracia.

Acabo de leer esta carta. Me parece fría, no late.

¡Si sufrieras la cuarta parte de lo que yo sufro, cómo me amarías!

Por otro lado, he hecho voto de castidad, lo que no me costará más que dejar de fumar, y nunca más, nunca más si Dios ha decidido que no te vuelva a ver, daré siquiera un beso a otra mujer.

He dicho que adoraré tus canas?

Ya sabes que he hecho voto de castidad, si no volviera a verte, para el resto de mi vida.

tiempo. Prefiero que finjas, pues no estoy en condiciones de soportar el más mínimo disgusto.

Envíame un mechón de tu cabello, o mejor aún: ven con todo tu cabello.