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María del Mar Escobedo

  • Daniela Castillocompartió una citahace 6 días
    Jacobo había sido mi novio los últimos tres años, pero hacía más de dos que no nos llevábamos bien, al menos año y medio que no nos soportábamos, y más de un año que no nos queríamos. Yo, entonces, no lo sabía. Todavía creía que sentir esa amalgama de rutina y miedo a la soledad era lo mismo que amar.
  • Daniela Castillocompartió una citahace 5 días
    Hay recuerdos falsos, memorias sembradas por anécdotas, o por las fotos de los álbumes familiares que traman sus propias historias y cargan el paisaje de nostalgia, para perpetuarnos la ilusión de pasado. Abajo, en el fondo de nuestro tiempo, hay un ancla hecha de papel emulsionado y destellos de luz.
  • Daniela Castillocompartió una citahace 5 días
    Mis recuerdos fueron invadidos, están infectados, y yo sé que es obra de Lorena. Cuando ella visita mis recuerdos, los siento largos, desencajados, como si su presencia me estirara el tiempo y luego, cuando vuelvo a ser yo, me quedara holgado; es eso, un recuerdo holgado, agrandado, una sombra larga que me siento a ver como si fuera una obra de teatro, o una película.
  • Daniela Castillocompartió una citahace 5 días
    Ahora pienso que no eran palabras inventadas, sino secretas, y que al pronunciarlas yo conjuré la risa de Lorena, su lengua, su voz entera.
  • Daniela Castillocompartió una citahace 5 días
    La veía en los ojos de los pájaros que se alimentaban del pan viejo que yo les ofrecía en el parque. La veía en los niños que corrían enajenados, concentrados en sus juegos, ignorando el tiempo y las preocupaciones de sus padres. Lorena triste. Lorena quieta. Lorena dormida. La vi en la esquina del mismo parque, junto a un pequeño jardín que guardaba una estatua de la virgen María. No la vi en la virgen, sino en las flores, que eran blancas y rojas, sobre la tierra negra. Lorena triste. Lorena toda.
  • Daniela Castillocompartió una citahace 5 días
    Cuando abrí los ojos ya no recorría las calles de Medina, o más bien, las calles ya no eran calles ni eran de Medina, sino eran el cuerpo de Lorena que se extendía, ciudad entera, como si de su carne hubieran crecido las montañas y de sus huesos los edificios. La estación del tranvía era la cuenca de su clavícula; mi voz iba sentada en un vagón polvoriento, en el nudo de su garganta, apretado, lleno de gente. Las ventanas del vagón estaban a medio cerrar, como la boca de Lorena cuando duerme, y las ruedas aplacaban el asfalto que también era Lorena; era su columna, eran sus húmeros y sus fémures, sus cúbitos y sus radios, pulidos, aplanados y oscurecidos por los siglos y la gente.
  • Daniela Castillocompartió una citahace 5 días
    Lorena, tus ojos son bosques donde solloza la muerte.
  • Daniela Castillocompartió una citahace 5 días
    De regreso a casa pensé en que era hora de leer poesía con Lorena. Traté de imaginar un verso para ella, de recordar alguno que se pareciera a ella. Uno que le gustara, sí, pero que también intentara descifrarla, o por lo menos describirla, pero no se me ocurrió ninguno. ¿Qué podía decirse de ella?
  • Daniela Castillocompartió una citahace 5 días
    tiempo para pensar creo que entiendo la soledad estéril de las sombras. Ninguna semilla puede crecer sin agua y sin sol. Y Lorena, semilla frágil, frijolito mágico, jamás recibió más luz que la de sus lámparas artificiales, ni más agua que la que llegaba, turbia y con sabor a sangre, por los laberintos metálicos de la tubería. Si ella podía hablar o no, yo aún no lo sabía. Aunque siempre hubiera entendido todo lo que quería decirme, no podía recordar su voz.
  • Daniela Castillocompartió una citahace 5 días
    Entonces seguí caminando entre los charcos, mojándome adrede, llenándome de barro y ramas y hojas muertas. Quería ensuciarme. Quería empaparme, quedar helada. Quería enfermarme. Quería tener fiebre y que alguien viniera a cuidarme, que alguien temiera por mí, que me dieran remedios, que lloraran si tardaba en despertar.
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